Hertling - Historia de la iglesia
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- Book:Historia de la iglesia
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- Year:2009
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Historia de la iglesia: summary, description and annotation
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Historia de la iglesia — read online for free the complete book (whole text) full work
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del inolvidable cardenal
KONRAD VON PREYSING
obispo de Berln
En este libro intentamos ofrecer un relato histrico que sea legible, prescindiendo del aparato cientfico. Destacamos en l la vida interna de la Iglesia, o sea la Iglesia en su misin pastoral. Este es, en efecto, el ncleo de su historia. Slo entenderemos la historia eclesistica si consideramos a la Iglesia como una tarea, mejor dicho, como la tarea que Dios ha propuesto a los hombres: hallar y mostrar a los dems el camino de la salvacin sobrenatural. Verdad es que entre la Iglesia, como pastora de almas, y los estados y otras sociedades humanas ha existido siempre un intercambio de influencias. Despus de todo, los hombres que las forman son los mismos a quienes la Iglesia debe atender, y la actividad de sta se desarrolla en el mismo mbito que las dems sociedades. Existe, pues, un entrelazamiento y mutua interaccin de cultura y economa, guerras, dinastas y formacin de estados, que ora favorecen, ora traban la labor pastoral de la Iglesia. Desde este punto de vista, no es posible una historia eclesistica puramente religiosa. Con todo, su idea directriz ha de ser siempre la cura de almas, como misin esencial de la Iglesia.
Al propio tiempo dedicamos especial atencin al crecimiento geogrfico de la Iglesia, a su invasin del espacio humano, lo cual nos lleva a atender tambin a la estadstica histrica, aspecto ste que en las obras anteriores no siempre ocupa el lugar que merece.
He ah, pues, cmo podramos definir el contenido de este libro: la penetracin del espacio humano por las instituciones pastorales de la Iglesia.
Agotada la presente obra en sucesivas ediciones, ha sido indispensable completar el texto con todos aquellos hechos capitales que imprimen nuevos rumbos a la historia de la Iglesia. Se han introducido aquellas adiciones y retoques que parecieron ms importantes y que contribuyen a perfilar la imagen de la Iglesia de nuestra poca. El lector que lo desee podr, mediante un simple cotejo con la edicin primera, apreciar fcilmente lo aadido y lo modificado respecto al texto original alemn.
SU DESARROLLO
EN LOS TRES PRIMEROS SIGLOS
No debe esto entenderse en el sentido de que la idea de la Iglesia sufriera una evolucin paulatina; tal cosa ocurre con los fundadores de religiones puramente humanos, que trabajan incansablemente en la elaboracin de sus ideas y son empujados por las circunstancias ora en sta, ora en aquella direccin, para llegar al fin a un resultado en el que poco o nada subsiste de la concepcin primitiva. Nada semejante puede advertirse en Cristo. Su plan para el establecimiento del reino de Dios en la tierra estaba desde el primer momento concluso y bien determinado, y cada uno de los pasos a que hemos aludido contribuy a darle realidad.
No es incumbencia de una historia eclesistica narrar la vida de Jess dando una descripcin de su personalidad histrica o una exposicin de su doctrina. Es verdad que la vida y la doctrina de Jess entran a formar parte de la historia de la Iglesia; ms an, para la recta inteligencia de tal historia, es absolutamente indispensable un conocimiento a fondo de los Evangelios.
Pero tal conocimiento podemos darlo por supuesto, como comn posesin de todas las personas cultas.
Jess no asign a su reino de Dios ningn centro de culto determinado espacialmente, como el que la religin juda posea primero en el tabernculo y luego en el templo. En cambio, desde el primer momento cuid de echar los cimientos para la futura organizacin de su Iglesia. No pertenecan a esta organizacin las piadosas mujeres de Galilea, que facilitaban los medios de subsistencia a Jess y a los suyos, como tampoco los amigos acomodados de las distintas localidades, en cuyas casas saba que en todo tiempo sera recibido hospitalariamente. En cambio, los setenta y dos discpulos eran auxiliares designados ex profeso por Jess. Venan a ser, por as decir, los hombres de confianza con que Jess contaba en los distintos lugares, y en los viajes del Maestro eran enviados por delante a la ciudad cercana para preparar su visita.
Una clase especial, y la ms alta, era la constituida por los Doce, tambin elegidos, es decir, nombrados por Jess, y que le acompaaban en todos sus viajes. El nombre de apstol, o sea, enviado o mensajero, no corresponda por de pronto a su misin, sino que ms bien anunciaba el futuro.
Los apstoles saban muy bien que, mientras el Maestro estuviera con ellos, todo su afn deba consistir en prepararse para la misin que en el porvenir les estaba reservada. Si ms de una vez discutieron entre s acerca de la primaca, como se nos relata en los Evangelios, no hay que ver en ello una vanidad pueril, sino un ardiente celo por su tarea: cada uno quera asegurarse la mayor participacin posible en los trabajos que les aguardaban. Sobre todo, no hemos de imaginarnos a los apstoles como gente totalmente obtusa, ni creer que fuera vano el esfuerzo del Maestro en educarlos. La manera cmo Pedro, inmediatamente despus de la ascensin del Seor, tom en sus manos las riendas y propuso que se completara el nmero de los Doce, muestra bien a las claras que los apstoles se daban perfecta cuenta de su misin. En cambio, estaban a obscuras sobre muchas cosas, aun despus de haber recibido el Espritu santo. Fue necesaria una revelacin especial, para que Pedro se decidiera a impartir el bautismo a los paganos, a pesar de lo inequvoco que era el mandato del Seor.
Al tiempo de la ascensin, la comunidad contaba ms de quinientas almas, a juzgar por el nmero de los que estaban reunidos cuando la gran aparicin en Galilea. Slo una parte de ellos viva en Jerusaln o sigui a los apstoles a esta ciudad, como lo indica el hecho de que en el cenculo no asistieran ms de ciento veinte. Pero en Jerusaln se produjo el primer gran incremento. Despus del sermn de san Pedro el da de pentecosts, unas tres mil almas recibieron el bautismo; entre ellos deba haber muchos habitantes de Jerusaln. Poco tiempo despus la comunidad contaba ya con cinco mil varones, lo que hace suponer un nmero total de diez mil a quince mil miembros cuando menos, cifra muy considerable si se tiene en cuenta que la ciudad tena entonces poco ms de cincuenta mil habitantes.
A consecuencia de este aumento los apstoles se vieron tan agobiados de trabajo, que tuvieron que procurarse auxiliares. Acaso podamos ver ya unos auxiliares de categora inferior en los jvenes que dieron sepultura a Ananas y Safira; sus funciones corresponderan a las que luego vemos desempear a los ostiarios o fosores. Adems, los apstoles consagraron por medio de la imposicin de manos a los siete diconos (literalmente, sirvientes), que atendan al servicio de los pobres y actuaban tambin como predicadores o catequistas.
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