Padres e hijos: convivencia o supervivencia?
Guillermo Ballenato
............................ 15
............. 17
................................ 23
.............. 31
............. 36
............. 45
................. 47
.......... 51
................... 55
.................. 56
.............. 58
....... 63
...... 70
............... 78
............ 81
............... 86
....................... 97
........................ 104
....................... 106
............ 124
....... 127
........... 151
..................... 154
.......... 175
........... 178
............................. 185
............... 205
.............. 217
.................. 223
........... 235
............ 239
................ 244
.................... 247
................... 252
..................... 257
.............................. 270
................... 271
............ 281
................................ 287
............................. 295
A todas aquellas personas que tienen el privilegio
de educar y que, conscientes de su responsabilidad,
intentan hacerlo mejor cada da.
Quiero dar las gracias a mis amigos, compaeros, colegas de profesin, padres y alumnos, por su constante estmulo y motivacin.
Gracias a Celia Ballenato, Manuel del Amo y Alfonso Fernndez-Martos, tres excelentes personas y profesionales de la psicologa, por sus valiosas sugerencias y comentarios acerca del contenido del libro, pero sobre todo por los nimos, paciencia, afecto y amistad que siempre me brindan.
Gracias tambin a la Universidad Carlos III de Madrid, a toda la comunidad universitaria, por su confianza y aliento, y por su calidad humana y profesional. Demuestran a diario que la funcin educativa va ms all de la mera transmisin de conocimientos, buscando la formacin y el desarrollo personal integral tanto de sus alumnos como del personal docente y de administracin. Algunos cursos como Padres e hijos. Claves para educar o Educacin, aprendizaje y modificacin de conducta: aplicaciones en el mbito familiar revelan su compromiso con la temtica del presente libro.
Gracias a Amelia y a nuestras hijas Paloma e Irene, que llenan mi vida y que se han mostrado en todo momento dispuestas a ceder parte del tiempo que compartimos juntos para permitirme escribir este libro.
Quisiera expresar de un modo especial mi reconocimiento personal a don Agustn Garca Matilla, profesor de Periodismo y Comunicacin Audiovisual, y director de Comunicacin de dicha universidad, por su indiscutible capacidad de trabajo y excelencia profesional, y su valiosa aportacin constante a la tarea de la mejora de la educacin. Deseara destacar su calidad humana, su compromiso con los valores humanos y su ejemplo de respeto, solidaridad y motivacin. Deseo manifestarle mi agradecimiento por su amabilidad al realizar el prlogo del libro.
Y gracias tambin a quienes habis decidido adentraron en su lectura, por vuestra confianza y vuestro inters.
GUILLERMO BALLENATO PRIETO
La educacin no puede concebirse sin la idea de intercambio, de relacin y de comunicacin con el otro. La comunicacin empieza en el claustro materno cuando el feto percibe y reacciona ante un mundo de sensaciones tamizadas a travs de la madre. El primer gesto de creatividad empieza con el vagido del nacimiento que anuncia la llegada al mundo y puede continuar con el primer contacto del beb con la madre. Ese vnculo debera producirse idealmente tras el primer cachete que provoca un contacto fro, inicial y distante, de accin-reaccin. El beb reconoce la piel de la madre y se aferra a ella, como una forma de vnculo, el ms clido, con el mundo. Por su parte la madre puede reconocer a su beb por el olfato, el tacto, la vista, el odo y hasta el gusto.
Imaginemos que ese vnculo no se produjera, ni en los instantes inmediatos al nacimiento, ni nunca. La tragedia que supone la muerte de la madre o el abandono del beb es una experiencia traumtica que, en caso de ocurrir, debe ser atenuada por otras acciones compensatorias. Las imgenes de las nias chinas abandonadas en lgubres orfanatos produjo una reaccin indignada por parte de la sociedad occidental. Cuando la BBC transmiti en 1995 esas terribles imgenes pudimos ser conscientes de la ms ntida ilustracin de lo que significa sentir el abandono. La imagen del abandono de un nio es la peor pesadilla para un ser humano.
La literatura cientfica nos dice que desde la fase fetal el futuro beb recibe la influencia de una comunicacin molecular, sensorial e intuitiva que va a resultar muy importante para su adaptacin y conexin con el mundo.
El feto, a partir de su cuarto mes de maduracin, tiene capacidades sorprendentes y, por ejemplo, en el quinto mes es normal que logre introducir el pulgar en su boca, lo que anticipa el reflejo de succin que ser necesario para su posterior alimentacin tras el nacimiento. En esa misma poca es ya capaz de adaptarse a los movimientos de la madre. Reacciona cuando oye ruidos externos muy fuertes y tambin tiene reflejos tctiles. Se ha llegado a fotografiar la mano de un feto de veintiuna semanas que fue operado en Estados Unidos para controlar prematuramente aspectos de espina bfida. En la imagen poda observarse la forma en que esa mano mnima se asa con naturalidad a uno de los dedos del cirujano.
Desde su nacimiento el nio es un perceptor activsimo de estmulos. Es conocida la importancia de que el recin nacido establezca el vnculo con la madre y de ah que en esos primeros instantes, tras el alumbramiento, la madre reciba al pequeo y lo acoja junto a su pecho. El beb y la madre establecen una primera relacin de empata. La arquitectura cerebral del nuevo ser humano empieza a conformarse antes del alumbramiento y el primer ao de vida cobra importancia decisiva en este proceso de maduracin.
Las experiencias emocionales de este periodo han sido estudiadas como fundamentales para el futuro desarrollo del nio; sin embargo, si considerramos ese primer periodo de nuestra experiencia vital como una especie de trailer anticipatorio de lo que vamos a llegar a ser en etapas sucesivas, una especie de flash forward de la vida, estaramos negando cualquier oportunidad a la educacin. El peso de los condicionantes vividos en la etapa fetal y en el primer ao de vida anulara toda esperanza de maduracin, crecimiento personal y aspiracin al logro de una autonoma crtica de la persona. Estaramos negando la capacidad del individuo para erigirse en protagonista de su propia vida.