PRLOGO
TODOS NUESTROS AYERES
El 4 de diciembre de 1965, los Beatles se presentaron en el ayuntamiento de Newcastle-on-Tyne durante la que sera su ltima gira britnica. En aquella poca yo tena veintids aos y trabajaba como reportero en la oficina de Newcastle del Northern Echo, un peridico que se distribua por todo el nordeste de Inglaterra. La orden que recib de la redaccin fue: Ve e intenta hablar con ellos.
Emprend la misin sin ninguna esperanza. En los dos aos anteriores, los Beatles se haban convertido en la noticia ms grande del pop y, cada vez ms, tambin en los mbitos exteriores de la propia msica. Qu novedad poda aadir yo desde mi limitado punto de vista? En cuanto a hablar con ellos, la gira tena lugar despus del lanzamiento del lbum Rubber Soul, del estreno de su segunda y exitossima pelcula Help!, de su histrica actuacin ante cincuenta y cinco mil personas en el Shea Stadium de Nueva York y de su nombramiento como miembros de la excelentsima Orden del Imperio Britnico por parte de la reina. Tendra que competir no solo con los poderosos medios locales del distrito de Tyneside, sino tambin con los peridicos y emisoras nacionales que tenan oficinas all. Incluso si consegua acercarme a ellos, por qu iban a perder un solo segundo con un don nadie del Northern Echo?
Como casi todos los hombres jvenes del hemisferio occidental, yo albergaba la fantasa cotidiana de intercambiar mi vida con la de un beatle. Y no haba dudas de cul era el elegido. Paul, que me llevaba un ao, era, evidentemente, el ms apuesto; a pesar de su magnetismo, John jams habra sido calificado de guapo, mientras que George posea una buena complexin, pero unos dientes horrorosos y Ringo era Ringo. Si los freness adolescentes femeninos que los asaltaban tenan algn objetivo racional, ese era el bajista zurdo, cuyo delicado rostro y ojos grandes y dulces no llegaban a darle un aspecto afeminado gracias a la sombra de barba que le surcaba las mejillas a la altura de la mandbula.
Paul luca los atavos de un beatle con la mayor elegancia: jersis de cuello alto, camisas de cuellos largos con las puntas abotonadas, pantalones de pana como los que en una poca solo llevaban los trabajadores agrcolas, chaquetas de cuero negro que todava recordaban, de manera incmoda, a las tropas de asalto nazis, botas con laterales elsticos como las que se haban visto por ltimas vez cubriendo los pies de los hombres de alta sociedad en la poca eduardiana. Tambin pareca el que ms disfrutaba de la presunta riqueza del grupo; recuerdo con qu envidia inexpresable le este cotilleo en el New Musical Express: Por encargo del beatle Paul McCartney: Aston Martin DB5.
Todos lo veamos como el relaciones pblicas del grupo antes de que entendiramos del todo cul era la labor de estos gracias a su encanto, su buen humor, sus modales impecables y un aire que solo podra considerarse refinado. Siempre haba algo en l a lo que todos aspirbamos, como, por ejemplo, su relacin con una actriz joven y con clase, Jane Asher; al mismo tiempo, ninguno de los dems pareca ms feliz que l en medio del caos salvaje de plateas atestadas y asientos hmedos de sus actuaciones en directo. Un amigo que los vio en el Guildhall de Portsmouth me cont cmo, durante los enloquecidos momentos iniciales del concierto, alguien lanz un oso de peluche al escenario. Paul lo recogi, se lo coloc sobre el mango de su bajo y lo mantuvo all durante toda la actuacin.
De modo que all me encontraba yo una nevada noche de diciembre en Newcastle, esperando frente a la entrada trasera del ayuntamiento, junto a un grupo de periodistas entre los que estaba mi amigo David Watts, que trabajaba en el Northern Despatch, el otro peridico vespertino de la regin. Cuarenta y cinco minutos antes de la hora del espectculo, apareci una limusina Austin Princess negra que haba hecho el trayecto desde Glasgow bajo una fuerte nevada, y de ella salieron los cuatro cortes de pelo ms famosos del mundo. El nico que dio muestras de habernos visto fue John, quien nos lanz un saludo sarcstico. A pesar del fro, no llevaba abrigo, solo vaqueros y una camiseta blanca, la primera con algo impreso en la parte delantera que vea en mi vida. No alcanc a distinguir qu pona en ella, pero me dio la impresin de que tambin era algo sarcstico.
En aquella edad de la inocencia, la nica medida de seguridad consista en la presencia de un anciano portero delante de la entrada del escenario. A Dave y a m no nos cost nada convencerlo de que nos dejara pasar y pocos minutos despus nos encontramos en el pasillo delante del camerino de los Beatles, que estaba completamente desprotegido. Otros periodistas tambin haban llegado hasta aquel lugar, pero ninguno se atrevi a golpear la puerta cerrada, mucho menos a entrar sin llamar. Mientras merodebamos indecisos por all, un crescendo cada vez mayor de chillidos y pataleos contra el suelo provenientes de la sala de conciertos adyacente nos advirti de que el tiempo para realizar entrevistas estaba agotndose.
De pronto apareci Paul por el pasillo con un jersey negro de cuello alto, igual que en la portada del lbum With the Beatles, desenvolviendo un chicle Juicy Fruit. Cuando abri la puerta, Dave dijo conozco esa cara y, cuando Paul se detuvo con una sonrisa, me las arregl para preguntarle:
Podemos pasar y hablar con vosotros?
Claro que s respondi l con esa voz liverpuliana que era llamativamente ms aguda y suave que la de los dems.
De modo que, casi sin creernos nuestra suerte, lo seguimos.
En realidad no era un camerino, sino una sala amplia con sofs y sillones de cuero verde y una pared de cristaleras que no daban a ninguna parte. Los Beatles acababan de comer bistecs con patatas fritas y un bizcocho borracho con frutas y crema, y un escuadrn de bruscas camareras de la regin ataviadas con vestidos negros y delantales blancos se ocupaba de retirar los platos. No haba ms mujeres, ni tampoco ningn rastro visible de alcohol o drogas. El nico entretenimiento consista en un televisor donde se vea un episodio de Los vengadores cuya nica audiencia era la cara plida y seria de George.
Empec a hablar con Ringo, que estaba sentado en uno de los sillones de cuero verde; luego John se coloc sobre uno de los apoyabrazos y se incorpor a la conversacin. A estas alturas ambos vestan ya el uniforme para el concierto, jersis negros de cuello alto, y su actitud era asombrosamente amable y natural: yo me sent como si tuviera el mismo derecho a estar all que el pez gordo del Melody Maker que se haba desplazado a propsito desde Londres. (La paciencia de John me parece muy notable ahora que s bajo qu presiones se encontraba en aquel momento.) George no apartaba nunca la mirada de Los vengadores y Paul se mova sin cesar de un lado a otro, masticando el chicle Juicy Fruit y buscando a uno de los Moody Blues, que tambin actuaran esa noche. Alguien ha visto a los Moodies ?, preguntaba todo el tiempo. Recuerdo haberle mirado los vaqueros mientras me preguntaba si eran normales y corrientes, como parecan, o si estaban hechos a medida con costuras y remaches reforzados de una manera especial para impedir que unas manos desesperadas pudieran desgarrarlos.
En un sof cercano estaba el bajo Hfner modelo violn, cuya silueta de mstil largo, como si fuera un stradivarius, se haba convertido en su marca registrada particular. Yo haba llegado a tocar la guitarra en un grupo de la isla de Wight sin ninguna posibilidad de llegar a ser algo y, para mostrar mis puntos en comn con los Beatles, le pregunt si aquel bajo pesaba mucho para usarlo en el escenario. No, es liviano dijo. Toma prubalo. Con esas palabras, lo recogi y me lo lanz. Soy psimo receptor, pero de alguna manera logr agarrar el mstil y la correa al mismo tiempo. Durante unos momentos me encontr pasando los dedos por los mismos trastes por los que lo haca Paul McCartney y pulsando las mismas cuerdas de acero enrollado. Pregunt si los bajos en forma de violn eran ms caros que los normales y corrientes. Solo cincuenta y dos guineas [54,60 libras] respondi. Soy un tacao, sabes?