Eric Hobsbawm - Naciones y nacionalismo desde 1780
Here you can read online Eric Hobsbawm - Naciones y nacionalismo desde 1780 full text of the book (entire story) in english for free. Download pdf and epub, get meaning, cover and reviews about this ebook. genre: Detective and thriller. Description of the work, (preface) as well as reviews are available. Best literature library LitArk.com created for fans of good reading and offers a wide selection of genres:
Romance novel
Science fiction
Adventure
Detective
Science
History
Home and family
Prose
Art
Politics
Computer
Non-fiction
Religion
Business
Children
Humor
Choose a favorite category and find really read worthwhile books. Enjoy immersion in the world of imagination, feel the emotions of the characters or learn something new for yourself, make an fascinating discovery.
- Book:Naciones y nacionalismo desde 1780
- Author:
- Genre:
- Rating:4 / 5
- Favourites:Add to favourites
- Your mark:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Naciones y nacionalismo desde 1780: summary, description and annotation
We offer to read an annotation, description, summary or preface (depends on what the author of the book "Naciones y nacionalismo desde 1780" wrote himself). If you haven't found the necessary information about the book — write in the comments, we will try to find it.
Naciones y nacionalismo desde 1780 — read online for free the complete book (whole text) full work
Below is the text of the book, divided by pages. System saving the place of the last page read, allows you to conveniently read the book "Naciones y nacionalismo desde 1780" online for free, without having to search again every time where you left off. Put a bookmark, and you can go to the page where you finished reading at any time.
Font size:
Interval:
Bookmark:
El gran historiador britnico Eric Hobsbawm, autor de la clebre Historia del siglo XX, nos ofrece en este libro un detallado anlisis histrico de la evolucin de la nacin moderna en los ltimos 200 aos, desde el protonacionalismo popular hasta la actualidad, procurando distinguir cuidadosamente lo que es historia real de lo que no pasa de ser mitologa programtica, y poniendo de relieve la contradiccin que parece existir entre la actual reafirmacin poltica de las nacionalidades y la lgica de la integracin econmica que las empuja, como en el caso de la Unin Europea, a una supranacionalidad cada vez mayor. Tal vez no todo el mundo est de acuerdo con las afirmaciones de este libro nos dice el profesor Santos Juli pero los anlisis de Hobsbawm tienen la virtud de plantear los problemas desde su raz, no perderse en disquisiciones esencialistas, y devolver a las creencias su historicidad.
Ttulo Original: Nations and Nationalism since 1780. Programme, myth, reality
Traductor: Jordi Beltrn
1990, Hobsbawm, Eric J.
1991, Crtica
ISBN: 9788484321354
Generado con: QualityEbook v0.38
El presente libro se basa en las Conferencias Wiles que tuve el honor de dar en la Queens University de Belfast en mayo de 1985. El lugar sugiri el tema. El contenido de las cuatro conferencias que como profesor visitante me compromet a dar es un tanto concentrado y, para mayor comodidad, aparece ahora en cinco captulos de extensin desigual, una introduccin y algunas reflexiones a modo de conclusin. Tambin se ha revisado el manuscrito, en parte para tener en cuenta material posterior, pero principalmente en vista de los debates sostenidos con el grupo de expertos invitados, lo cual es uno de los principales atractivos de las Conferencias Wiles para los que tienen la suerte de darlas. Estoy agradecido a todos los que organizaron las conferencias y a los que participaron en los debates, y, en especial, a Perry Anderson, John Breuilly, Judith Brown, Ronan Fanning, Miroslav Hroch, Vctor Kieman, Joe Lee, Shula Marks, Terence Ranger y Gran Therbom, por sus crticas y su estmulo y especialmente por hacerme pensar ms en el nacionalismo no europeo. Sin embargo, me he concentrado principalmente en el siglo XIX y comienzos del XX, perodo en que el tema es ms bien eurocntrico o, en todo caso, se centra en las regiones desarrolladas. Como llevo algn tiempo hablando y haciendo preguntas acerca de naciones y nacionalismo, hay muchos otros que me han dado ideas, informacin o referencias bibliogrficas que, de no ser por ellos, se me hubieran pasado por alto. Arriesgndome a ser injusto, sealar a Kumari Jayawardene y los otros estudiosos del sur de Asia que colaboran con el World Institute for Development Economics Research en Helsinki, as como a mis colegas y alumnos de la New School for Social Research de Nueva York, que han odo y comentado una parte de este material. La preparacin del libro fue en gran medida posible gracias a una Leverhulme Emeritus Fellowship , y quisiera expresar mi aprecio por esta generosa ayuda que me prest el Leverhulme Trust. La cuestin nacional es un tema notoriamente controvertido. No he procurado que lo fuera menos. Sin embargo, espero que las presentes conferencias, en su versin impresa, contribuyan a fomentar el estudio de los fenmenos histricos que tratan de abordar. En esta edicin espaola, he ampliado y modificado ligeramente el captulo 6 para tomar en consideracin los acontecimientos acaecidos desde que finalic la redaccin del texto de la primera edicin de la presente obra en 1989.
E. J. H.
Londres, 1991
Supongamos que un da, despus de una guerra nuclear, un historiador intergalctico aterriza en un planeta muerto con el propsito de investigar la causa de la lejana y pequea catstrofe que han registrado los sensores de su galaxia. El historiador o la historiadora me abstengo de especular acerca del problema de la reproduccin fisiolgica extraterrestre consulta las bibliotecas y los archivos terrestres que se han conservado, toda vez que la tecnologa del armamento nuclear avanzado se ha pensado para destruir a las personas en lugar de las propiedades. Nuestro observador, despus de estudiar un poco, sacar la conclusin de que los ltimos dos siglos de la historia humana del planeta Tierra son incomprensibles si no se entiende un poco el trmino nacin y el vocabulario que de l se deriva. Este trmino parece expresar algo importante en los asuntos humanos. Pero, exactamente qu? Ah radica el misterio. Habr ledo a Walter Bagehot, que present la historia del siglo XIX como la historia de la construccin de naciones, pero que, con su habitual sentido comn, tambin coment: Sabemos lo que es cuando no nos lo preguntis, pero no podemos explicarlo ni definirlo muy rpidamente. Puede que esto sea cierto para Bagehot y para nosotros, pero no lo es para historiadores extragalcticos que no poseen la experiencia humana que, al parecer, hace que la idea de nacin sea tan convincente. Creo que, gracias a la literatura de los ltimos quince o veinte aos, sera posible dar al historiador en cuestin una breve lista de lecturas que le ayudaran a l, a ella o a ello con el anlisis deseado y que complementaran la monografa Nationalism: a trend report and bibliography, de A. D. Smith, que contiene la mayora de las referencias en este campo hasta esa fecha. Lo cierto es que uno no deseara recomendarle mucho de lo escrito en perodos anteriores. Nuestra lista de lecturas contendra muy poco de lo que se escribi en el perodo clsico del liberalismo decimonnico, por razones que seguramente resultarn claras ms adelante, pero tambin porque en aquella poca se escribi muy poco que no fuera retrica nacionalista y racista. Y la mejor obra que se produjo a la sazn fue, de hecho, muy breve, como los pasajes que John Stuart Mill dedica al tema en Del gobierno representativo , y la famosa conferencia de Ernest Renn titulada Qu es una nacin?. La lista contendra algunas lecturas histricamente necesarias, as como algunas optativas que datan del primer esfuerzo serio por aplicar un anlisis desapasionado al asunto, los importantes y subvalorados debates entre los marxistas de la segunda internacional acerca de lo que ellos denominaron la cuestin nacional. Veremos ms adelante por qu los mejores cerebros del movimiento socialista internacional y haba en l algunas inteligencias poderossimas se aplicaron a este problema: Kautsky y Luxemburg, Otto Bauer y Lenin, por citar slo unos pocos. Probablemente contendra algo de Kautsky, ciertamente Die Nationalittenfrage , de Otto Bauer, pero tambin necesitara contener El marxismo y la cuestin nacional , de Stalin, no tanto por sus mritos intelectuales, que son modestos pero no despreciables aunque un poco derivativos, sino ms bien por la influencia poltica que tuvo ms adelante. A mi juicio, no merecera contener muchas cosas de la poca de los que han sido llamados los dos padres fundadores del estudio acadmico del nacionalismo, despus de la primera guerra mundial: Carleton B. Hayes y Hans Kohn. No tiene nada de raro que este tema atrajese la atencin en un perodo en que el mapa de Europa por primera vez y luego se vio que por ltima tambin se traz de nuevo de acuerdo con el principio de nacionalidad, y en que el vocabulario del nacionalismo europeo lleg a ser adoptado por nuevos movimientos de liberacin en las colonias, o reivindicativos en el Tercer Mundo, a los cuales Hans Kohn al menos prest mucha atencin. Tampoco cabe duda alguna de que los escritos de ese perodo contienen gran cantidad de material sacado de la literatura anterior, lo cual puede ahorrarle al estudiante mucha lectura primaria. La razn principal de que una parte tan grande de todo esto haya perdido vigencia estriba en que la principal innovacin del perodo, que, dicho sea de paso, los marxistas haban anticipado, se ha vuelto cosa corriente, excepto entre los nacionalistas. Ahora sabemos y en no poca medida gracias a los esfuerzos de la poca Hayes-Kohn que las naciones no son, como pensaba Bagehot, tan antiguas como la historia. El sentido moderno de la palabra no se remonta ms all del siglo XIII, predecesor ms, predecesor menos. La literatura acadmica referente al nacionalismo se multiplic, pero no hizo grandes avances en los decenios siguientes. Algunos consideraran una importante aadidura a la misma la obra de Karl Deutsch, que recalc el papel de la comunicacin en la formacin de naciones, pero a m este autor no me parece indispensable. No acaba de estar claro por qu la literatura referente a las naciones y al nacionalismo inici una fase tan fructfera hace ahora unos veinte aos, y, de hecho, el interrogante slo se les plantea a los que creen que fue as. Esta no es an una opinin aceptada universalmente. Estudiaremos el problema en el ltimo captulo, aunque no con gran detalle. En todo caso, la opinin de este autor es que el nmero de obras que realmente arrojan luz sobre lo que son las naciones y los movimientos nacionales, as como el papel que interpretan en el devenir histrico, es mayor en el perodo 1968-1988 que en cualquier perodo anterior con el doble de duracin. El texto que sigue a la presente introduccin debera dejar claro cules de ellas me han parecido especialmente interesantes, pero tal vez convenga mencionar unos cuantos ttulos importantes, entre los cuales el autor se abstiene de incluir sus propios escritos, exceptuando uno de ellos. La siguiente lista breve puede servir de introduccin a este campo. Es una lista alfabtica de autores, con la salvedad de la obra de Hroch, que inaugur la nueva era del anlisis de la composicin de los movimientos de liberacin nacional. Hroch, Miroslav, Social preconditions of national revival in Europe , Cambridge, 1985. Combina las conclusiones de dos obras que el autor public en Praga en 1968 y 1971. Anderson, Benedict, Imagined communities , Londres, 1983. Armstrong, J., Nations befare nationalism , Chapel Hill, 1982. Breuilly, J., Nationalism and the State , Manchester, 1982. Col, John W., y Eric R. Wolf, The hidden frontier: ecology and ethnicity in an Alpine yalley , Nueva York y Londres, 1974. Fishman, J., ed., Language problems of developing countries , Nueva York, 1968. Gellner, Emest, Nations and nationalism , Oxford, 1983. Hobsbawm, E. J., y Terence Ranger, eds., The invention of tradition , Cambridge, 1983 [hay trad. cat.: Linvent de la tradici , Eumo, Vic, 1989]. Smith, A. D., Theories of nationalism , Londres, 1983. Szcs, Jen, Nation und Geschichte: Studien, Budapest, 1981. Tilly, C., ed., The formation of national states in Western Europe, Princeton, 1975. No puedo resistir la tentacin de aadir a estos ttulos un brillante ensayo escrito desde dentro de la identificacin subjetiva con una nacin, pero con un raro sentido de su contexto y maleabilidad histricos: Gwyn A. Williams, When was Wales?, en The Welsh in their history , Londres y Camberra, 1982. La mayor parte de esta literatura ha girado en torno a este interrogante: Qu es una nacin (o la nacin)? Porque la caracterstica principal de esta forma de clasificar a los grupos de seres humanos es que, a pesar de que los que pertenecen a ella dicen que en cierto modo es bsica y fundamental para la existencia social de sus miembros, o incluso para su identificacin individual, no es posible descubrir ningn criterio satisfactorio que permita decidir cul de las numerosas colectividades humanas debera etiquetarse de esta manera. Esto no es sorprendente en s mismo, porque si consideramos la nacin como una novedad muy reciente en la historia humana, as como fruto de coyunturas histricas concretas, e inevitablemente localizadas o regionales, sera de esperar que apareciese inicialmente, por as decirlo, en unas cuantas colonias de asentamiento en vez de en una poblacin distribuida de forma general por el territorio del mundo. Pero el problema es que no hay forma de decirle al observador cmo se distingue una nacin de otras entidades a priori , del mismo modo que podemos decirle cmo se reconoce un pjaro o cmo se distingue un ratn de un lagarto. Observar naciones resultara sencillo si pudiera ser como observar a los pjaros. Han sido frecuentes los intentos de determinar criterios objetivos de nacionalidad, o de explicar por qu ciertos grupos se han convertido en naciones y otros no, basndose en criterios nicos tales como la lengua o la etnicidad o en una combinacin de criterios tales como la lengua, el territorio comn, la historia comn, rasgos culturales o lo que fuera. La definicin de Stalin es probablemente la ms conocida entres estas, pero en modo alguno la nica. Todas estas definiciones objetivas han fracasado, por la obvia razn de que, como slo algunos miembros de las numerosas entidades que encajan en tales definiciones pueden calificarse de naciones en un momento dado, siempre cabe encontrar excepciones. O bien los casos que se ajustan a la definicin evidentemente no son naciones (o no lo son todava) ni poseen aspiraciones nacionales, o las naciones indudables no concuerdan con el criterio o la combinacin de criterios. A decir verdad, cmo podra ser de otro modo, dado que lo que tratamos de hacer es encajar unas entidades histricamente nuevas, nacientes, cambiantes, que, incluso hoy da, distan mucho de ser universales, en una estructura de permanencia y universalidad? Asimismo, como veremos, los criterios que se usan con este propsito la lengua, la etnicidad o lo que sea son tambin borrosos, cambiantes y ambiguos, y tan intiles para que el viajero se oriente como las formas de las nubes son intiles comparadas con los accidentes del terreno. Esto, desde luego, hace que sean tilsimos para fines propagandsticos y programticos, aunque muy poco descriptivos. Quiz esto quede claro con un ejemplo del uso nacionalista de una de tales definiciones objetivas en la poltica reciente de Asia: El pueblo de habla tamil de Ceiln constituye una nacin que se distingue de la de los cingaleses segn todos los criterios fundamentales de nacionalidad, primero, el de un pasado histrico independiente en la isla que, como mnimo, sea tan antiguo y tan glorioso como el de los cingaleses; en segundo lugar, por el hecho de ser una entidad lingstica totalmente diferente de la de los cingaleses, con una herencia clsica no superada y un desarrollo moderno de la lengua que hace que el tamil sea plenamente apropiado para todas las necesidades actuales; y, finalmente, por tener su morada territorial en zonas definidas. El propsito de este pasaje es claro: exigir la autonoma o la independencia para una regin que, segn se describe, ocupa ms de un tercio de la isla de Sri Lanka, basndose en el nacionalismo tamil. Nada ms de lo que contiene el pasaje se ajusta a la realidad. Oculta el hecho de que la morada territorial consiste en dos zonas separadas geogrficamente y pobladas por gentes de habla tamil de orgenes diferentes (indgenas y trabajadores indios que han inmigrado en poca reciente, respectivamente); que la regin de asentamiento tamil continuo tambin se halla habitada, en ciertas zonas, por hasta una tercera parte de cingaleses, y hasta un 41 por 100 de gentes que hablan tamil rehsan considerarse tamiles nativos y prefieren identificarse como musulmanes (los moros). De hecho, incluso dejando aparte la regin central de inmigrantes, no est nada claro que el territorio de asentamiento tamil continuo e importante, que comprende zonas de slida poblacin tamil (del 71 al 95 por 100: Batticaloa, Mullaitivu, Jaffna) y zonas donde los tamiles que se autoidentifican forman el 20 o el 33 por 100 (Amparal, Trincomalee), deba considerarse como un solo espacio, excepto en trminos puramente cartogrficos. De hecho, en las negociaciones que pusieron fin a la guerra civil de Sri Lanka en 1987, la decisin de considerar dicha regin como un solo espacio fue una clara concesin poltica a las exigencias de los nacionalistas tamiles. Como ya hemos visto, la entidad lingstica oculta el hecho indiscutible de que los tamiles indgenas, los inmigrantes indios y los moros son hasta ahora una poblacin homognea en el sentido filolgico y no en ningn otro, y, como veremos, probablemente ni siquiera en este sentido. En cuanto al pasado histrico independiente, es casi seguro que la expresin es anacrnica, constituye una peticin de principio o es tan vaga que no tiene sentido. Puede objetarse, por supuesto, que los manifiestos obviamente propagandsticos no deben estudiarse con detenimiento como si fueran aportaciones a las ciencias sociales, pero lo cierto es que casi cualquier clasificacin de alguna comunidad como nacin, basndose en tales criterios pretendidamente objetivos, estara expuesta a objeciones parecidas, a menos que el hecho de ser una nacin pudiera probarse basndose en otros criterios. Pero, cules son estos otros criterios? La alternativa de una definicin objetiva es una definicin subjetiva, ya sea colectiva (por el estilo de una nacin es un plebiscito diario, como dijo Renn) o individual, al modo de los austromarxistas, para quienes la nacionalidad poda atribuirse a personas, con independencia de dnde y con quin vivieran, al menos si optaban por reclamarla. Ambos son intentos evidentes de eludir las limitaciones del objetivismo apriorstico, en ambos casos, aunque de manera diferente, adaptando la definicin de nacin a territorios en los cuales coexisten personas cuya lengua u otros criterios objetivos son diferentes, como hicieron en Francia y en el imperio Habsburgo. Ambos se exponen a la objecin de que definir una nacin por la conciencia de pertenecer a ella que tienen sus miembros es tautolgico y proporciona solamente una orientacin a posteriori de lo que es una nacin. Adems, puede conducir a los incautos a extremos de voluntarismo que induzcan a pensar que lo nico que se necesita para ser, para crear o para volver a crear una nacin es la voluntad de serlo: si un nmero suficiente de habitantes de la isla de Wight quisiera ser una nacin wigthtiana, habra una. Si bien esto ha dado origen a algunos intentos de edificar naciones elevando la conciencia, especialmente desde el decenio de 1960, no es una forma legtima de criticar a observadores tan avanzados como Otto Bauer y Renn, que saban perfectamente bien que las naciones tambin tenan elementos objetivos en comn. Sin embargo, insistir en la conciencia o en la eleccin como criterio de la condicin de nacin es subordinar insensatamente a una sola opcin las complejas y mltiples maneras en que los seres humanos se definen y redefinen a s mismos como miembros de grupos: la eleccin de pertenecer a una nacin o nacionalidad. Poltica o administrativamente, hoy da esa eleccin debe hacerse viviendo en estados que den pasaportes o que en sus censos hagan preguntas sobre la lengua. Con todo, incluso en la actualidad es perfectamente posible que una persona que viva en Slough se considere a s misma, segn las circunstancias, como pongamos por caso ciudadano britnico, o (ante otros ciudadanos de piel diferente) como india, o (ante otros indios) como gujarati, o (ante hindes o musulmanes) como un jainista, o como miembro de determinada casta o relacin de parentesco, o como alguien que en casa habla hindi en vez de gujarati, o, sin duda, de otras maneras. Tampoco es posible, a decir verdad, reducir siquiera la nacionalidad a una sola dimensin, ya sea poltica, cultural o de otro tipo (a menos, por supuesto, que uno se vea obligado a hacerlo por la fuerza mayor de los estados). Las personas pueden identificarse como judas aun cuando no compartan la religin, la lengua, la cultura, la tradicin, el origen histrico, las pautas de grupo sanguneo ni la actitud ante el estado judo. Tampoco entraa esto una definicin puramente subjetiva de la nacin. Vemos, pues, que ni las definiciones objetivas ni las subjetivas son satisfactorias, y ambas son engaosas. En todo caso, el agnosticismo es la mejor postura que puede adoptar el que empieza a estudiar este campo, por lo que el presente libro no hace suya ninguna definicin apriorstica de lo que constituye una nacin. Como supuesto inicial de trabajo, se tratar como nacin a cualquier conjunto de personas suficientemente nutrido cuyos miembros consideren que pertenecen a una nacin. Sin embargo, que tal conjunto de personas se considere de esta manera es algo que no puede determinarse sencillamente consultando con autores o portavoces polticos de organizaciones que reivindiquen el estatuto de nacin para l. La aparicin de un grupo de portavoces de alguna idea nacional no es insignificante, pero la palabra nacin se emplea hoy da de forma tan general e imprecisa, que el uso del vocabulario del nacionalismo puede significar realmente muy poco. No obstante, al abordar la cuestin nacional, es ms provechoso empezar con el concepto de la nacin (es decir, con el nacionalismo) que con la realidad que representa. Porque La nacin, tal como la concibe el nacionalismo, puede reconocerse anticipadamente; la nacin real slo puede reconocerse a posteriori . Este es el mtodo del presente libro. Presta atencin especial a los cambios y las transformaciones del concepto, sobre todo en las postrimeras del siglo XIX. Los conceptos, por supuesto, no forman parte del libre discurso filosfico, sino que estn enraizados social, histrica y localmente y deben explicarse en trminos de estas realidades. Para el resto, la posicin del autor puede resumirse del modo siguiente. 1. Utilizo el trmino nacionalismo en el sentido en que lo defini Gellner, a saber: para referirme bsicamente a un principio que afirma que la unidad poltica y nacional debera ser congruente. Yo aadira que este principio tambin da a entender que el deber poltico de los ruritanos* para con la organizacin poltica que engloba y representa a la nacin ruritana se impone a todas las dems obligaciones pblicas, y en los casos extremos (tales como las guerras) a todas las otras obligaciones, del tipo que sean. Esto distingue el nacionalismo moderno de otras formas menos exigentes de identificacin nacional o de grupo que tambin encontraremos. 2. Al igual que la mayora de los estudiosos serios, no considero la nacin como una entidad social primaria ni invariable. Pertenece exclusivamente a un perodo concreto y reciente desde el punto de vista histrico. Es una entidad social slo en la medida en que se refiere a cierta clase de estado territorial moderno, el estado-nacin, y de nada sirve hablar de nacin y de nacionalidad excepto en la medida en que ambas se refieren a l. Por otra parte, al igual que Gellner, yo recalcara el elemento de artefacto, invencin e ingeniera social que interviene en la construccin de naciones. Las naciones como medio natural, otorgado por Dios, de clasificar a los hombres, como inherente ... destino poltico, son un mito; el nacionalismo, que a veces toma culturas que ya existen y las transforma en naciones, a veces las inventa, y a menudo las destruye: eso es realidad. En pocas palabras, a efectos de anlisis, el nacionalismo antecede a las naciones. Las naciones no construyen estados y nacionalismos, sino que ocurre al revs. 3. La cuestin nacional, como la llamaban los marxistas de antao, se encuentra situada en el punto de interseccin de la poltica, la tecnologa y la transformacin social. Las naciones existen no slo en funcin de determinada clase de estado territorial o de la aspiracin a crearlo en trminos generales, el estado ciudadano de la Revolucin francesa, sino tambin en el contexto de determinada etapa del desarrollo tecnolgico y econmico. La mayora de los estudiosos de hoy estarn de acuerdo en que las lenguas nacionales estndar, ya sean habladas o escritas, no pueden aparecer como tales antes de la imprenta, la alfabetizacin de las masas y, por ende, su escolarizacin. Incluso se ha argido que el italiano hablado popular, como idioma capaz de expresar toda la gama de lo que una lengua del siglo XX necesita fuera de la esfera de comunicacin domstica y personal, slo ha empezado a construirse hoy da en funcin de las necesidades de la programacin televisiva nacional. Por consiguiente, las naciones y los fenmenos asociados con ellas deben analizarse en trminos de las condiciones y los requisitos polticos, tcnicos, administrativos, econmicos y de otro tipo. 4. Por este motivo son, a mi modo de ver, fenmenos duales, construidos esencialmente desde arriba, pero que no pueden entenderse a menos que se analicen tambin desde abajo, esto es, en trminos de los supuestos, las esperanzas, las necesidades, los anhelos y los intereses de las personas normales y corrientes, que no son necesariamente nacionales y menos todava nacionalistas. Si he de hacer una crtica importante a la obra de Gellner, es que su perspectiva preferida, la modernizacin desde arriba, hace difcil prestar la debida atencin a la visin desde abajo. Esa visin desde abajo, es decir, la nacin tal como la ven, no los gobiernos y los portavoces y activistas de movimientos nacionalistas (o no nacionalistas), sino las personas normales y corrientes que son objeto de los actos y la propaganda de aqullos, es dificilsima de descubrir. Por suerte, los historiadores sociales han aprendido a investigar la historia de las ideas, las opiniones y los sentimientos en el nivel subliterario, por lo que hoy da es menos probable que confundamos los editoriales de peridicos selectos con la opinin pblica, como en otro tiempo les ocurra habitualmente a los historiadores. No sabemos muchas cosas a ciencia cierta. Con todo, tres cosas estn claras. La primera es que las ideologas oficiales de los estados y los movimientos no nos dicen lo que hay en el cerebro de sus ciudadanos o partidarios, ni siquiera de los ms leales. En segundo lugar, y de modo ms especfico, no podemos dar por sentado que para la mayora de las personas la identificacin nacional cuando existe excluye el resto de identificaciones que constituyen el ser social o es siempre superior a ellas. De hecho, se combina siempre con identificaciones de otra clase, incluso cuando se opina que es superior a ellas. En tercer lugar, la identificacin nacional y lo que se cree que significa implcitamente pueden cambiar y desplazarse con el tiempo, incluso en el transcurso de perodos bastantes breves. A mi juicio, este es el campo de los estudios nacionales en el cual el pensamiento y la investigacin se necesitan con la mayor urgencia hoy da. 5. La evolucin de las naciones y el nacionalismo dentro de estados que existen desde hace tiempo como, por ejemplo, Gran Bretaa y Francia no se ha estudiado muy intensivamente, aunque en la actualidad es objeto de atencin. La existencia de esta laguna queda demostrada por la escasa atencin que se presta en Gran Bretaa a los problemas relacionados con el nacionalismo ingls trmino que en s mismo suena raro a muchos odos en comparacin con la que se ha prestado al nacionalismo escocs, al gals, y no digamos al irlands. Por otra parte, en aos recientes se ha avanzado mucho en el estudio de los movimientos nacionales que aspiran a ser estados, principalmente a raz de los innovadores estudios comparados de pequeos movimientos nacionales europeos que efectu Hroch. Dos observaciones del anlisis de este excelente autor quedan englobadas en el mo. En primer lugar, la conciencia nacional se desarrolla desigualmente entre los agrupamientos sociales y las regiones de un pas; esta diversidad regional y sus razones han sido muy descuidadas en el pasado. A propsito, la mayora de los estudiosos estaran de acuerdo en que, cualquiera que sea la naturaleza de los primeros grupos sociales que la conciencia nacional capte, las masas populares los trabajadores, los sirvientes, los campesinos son las ltimas en verse afectadas por ella. En segundo lugar, y por consiguiente, sigo su til divisin de la historia de los movimientos nacionales en tres fases. En la Europa decimonnica, para la cual fue creada, la fase A era puramente cultural, literaria y folclrica, y no tena ninguna implicacin poltica, o siquiera nacional, determinada, del mismo modo que las investigaciones (por parte de no gitanos) de la Gypsy Lore Society no la tienen para los objetos de las mismas. En la fase B encontramos un conjunto de precursores y militantes de la idea nacional y los comienzos de campaas polticas a favor de esta idea. El grueso de la obra de Hroch se ocupa de esta fase y del anlisis de los orgenes, la composicin y la distribucin de esta minorit agissante . En mi propio caso, en el presente libro me ocupo ms de la fase C, cuando y no antes los programas nacionalistas obtienen el apoyo de las masas, o al menos parte del apoyo de las masas que los nacionalistas siempre afirman que representan. La transicin de la fase B a la fase C es evidentemente un momento crucial en la cronologa de los movimientos nacionales. A veces, como en Irlanda, ocurre antes de la creacin de un estado nacional; probablemente es mucho ms frecuente que ocurra despus, como consecuencia de dicha creacin. A veces, como en el llamado Tercer Mundo, no ocurre ni siquiera entonces. Finalmente , no puedo por menos de aadir que ningn historiador serio de las naciones y el nacionalismo puede ser un nacionalista poltico comprometido, excepto en el mismo sentido en que los que creen en la veracidad literal de las Escrituras, al mismo tiempo que son incapaces de aportar algo a la teora evolucionista, no por ello no pueden aportar algo a la arqueologa y a la filologa semtica. El nacionalismo requiere creer demasiado en lo que es evidente que no es como se pretende. Como dijo Renn: Interpretar mal la propia historia forma parte de ser una nacin. Los historiadores estn profesionalmente obligados a no interpretarla mal, o, cuando menos, a esforzarse en no interpretarla mal. Ser irlands y estar apegado orgullosamente a Irlanda incluso enorgullecerse de ser irlands catlico o irlands protestante del Ulster no es en s mismo incompatible con el estudio en serio de la historia de Irlanda. No tan compatible, dira yo, es ser un feniano o un orangista; no lo es ms que el ser sionista es compatible con escribir una historia verdaderamente seria de los judos; a menos que el historiador se olvide de sus convicciones al entrar en la biblioteca o el estudio. Algunos historiadores nacionalistas no han podido hacerlo. Por suerte, al disponerme a escribir el presente libro, no he necesitado olvidar mis convicciones no histricas.
Font size:
Interval:
Bookmark:
Similar books «Naciones y nacionalismo desde 1780»
Look at similar books to Naciones y nacionalismo desde 1780. We have selected literature similar in name and meaning in the hope of providing readers with more options to find new, interesting, not yet read works.
Discussion, reviews of the book Naciones y nacionalismo desde 1780 and just readers' own opinions. Leave your comments, write what you think about the work, its meaning or the main characters. Specify what exactly you liked and what you didn't like, and why you think so.