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Anna Sylvia Villegas - Asalto al boulevard

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Asalto al boulevard: summary, description and annotation

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Asalto al Boulevard Historia de un secuestro poltico Anna Sylvia Villegas - photo 1
Asalto al Boulevard

(Historia de un secuestro poltico)

Anna Sylvia Villegas Carvallo

VERACRUZ, VER. - MXICO - SIGLO XXI 1

Con dedicatoria especial

a cierta faccin poltica de mi pas,a quien no le costar ningn trabajoreconocerse en esta novela corta.

ASVC

1996 Anna Sylvia Villegas Carvallo

Veracruz, Ver., Mxico.

www.traducciones-mexico.com

Asalto al Boulevard
I

RASE el Ministro de Gobernacin de un Pas Ficticio, en cualquier continente ms o menos imaginario y durante el final de un periodo presidencial cualquiera; y el Ministro era uno de esos candidatos en quien el Seor Presidente haba puesto sus esperanzas para sustituirlo

constitucionalmente en el siguiente ciclo sexenal. (Esta historia sucedi cuando todava los presidentes de Pas Ficticio tenan un dedo ndice muy activo, sealador, y los votos de las elecciones eran descontados, negociados, apropiados a mano, a garrote vil o mediante cadas del sistema. No haba conteo autntico, pues. Y, aunque lo hubiera, los del partido en el poder argan que se haba cado el sistema, por lo que siempre resultaba Presidente aquel por el que nadie haba votado, excepto los de su propio partido, claro.)

Desde tiempos remotos as se manejaban las elecciones en Pas Ficticio, y pareca que el pueblo lo aceptaba graciosamente, porque, a pesar de que hubo una guerra civil a principios de ese siglo, al cabo de 80 aos el sistema de eleccin presidencial no haba cambiado mucho.

A lo ms, en lugar de durar un presidente treinta aos en

la silla, que as llamaban al puesto poltico ms alto de la nacin, en los tiempos recientes slo duraban seis, y a eso le llamaban triunfo de la Revolucin... Si de casualidad por ah surga otro partido, no era ms que una sucursal del 5

mismo que durante casi un siglo manej el destino de una nacin abundante en recursos naturales, y cuyas riquezas el gobierno se encarg de dilapidar y mal administrar. Se deca que haba mucho ladrn de cuello almidonado...

Qu tan abundante en riqueza no habr sido Pas Ficticio que los que lo saqueaban se llevaban cantidades tan enormes de dinero que bien pudieron haber sacado de la miseria tanto a su pas como a varios pases africanos y latinoamericanos, todos juntos.

El presidenciable, en este caso, Don Octavio Daro Galn, tena carisma y hablaba bonito ante las cmaras de televisin, pero, sobre todo, manejaba atinadamente las

lneas del partido y generalmente actuaba como si le adivinara el pensamiento al Presidente. En fin, que Don Octavio era un digno sucesor, por lo que todos lo sealaban desde haca tiempo como el bueno o el tapado, y no haba razn para pensar lo contrario.

Usted es el elegido, Ssseor Ministro.

Hay que esperar a maana para estar seguros, Simn

dijo Don Octavio con su voz grave y bien modulada.

En cuanto nos avise el Seor, agreg bajando el tono, casi en secreto quiero que me organices un evento

privado en el Boulevard... Quiero que invites a los cinco hombres ms influyentes del pas para darles la noticia personalmente. Ya sabes: banqueros, empresarios, diplomticos y polticos. Quiero una fiesta con las mejores

Nias. Que haya msica y... se me antoja la compaa de alguna artista dissscreta pronunci esta ltima palabra arrastrando las eses. Quiero que mis invitados recuerden 6

la velada el tiempo que est yo en el primer puesto y me apoyen durante toda mi administracin. Quiero cmplices, Simn, no testigos!

La gran boca del Ministro Don Octavio Daro Galn sonrea lascivamente, dejando al descubierto una hilera de grandes dientes blancos y limpsimos que contrastaban con su delgada piel morena. Era un hombre menudo, feo, pero era uno de los polticos sobresalientes de su generacin.

Su sentido del humor destacaba aun en las juntas ms solemnes de su partido. Siempre tena un chascarrillo o una respuesta ingeniosa en la punta de la lengua y eran clebres las bromas que haca a sus adversarios polticos.

A todos simpatizaba, adems de que lo respetaban, y muchos le deban favores, sobre todo aquellos que haban llegado a alturas insospechadas tanto en la poltica como en los negocios, gracias a su influencia.

Don Octavio era un poltico valiente (ms tarde lo llamaran viril. Su viril actitud, se escribira en la prensa); pero, como todos los hombres, tambin tena su debilidad: las mujeres. Le encantaban las fminas de piel blanca, en justo contraste con la suya. El Ministro de Gobernacin de Pas Ficticio no poda dejar pasar una semana sin fornicar con una mujer blanca. Lo haba hecho desde que tuvo los medios para pagar las altas tarifas de las Nias, protegido por la discrecin y buen gusto de su vieja amiga Dana, quien le brindaba su residencia y su champaa a cambio de mantener en funcionamiento su lujosa y exclusiva casa de citas en pleno Boulevard de los Hemisferios, va 7

conocida por la suntuosidad de sus mansiones y la tranquilidad del opulento barrio.

Esa noche en sus habitaciones, a Don Octavio lo asaltaba la emocin. Si maana voy a ser el candidato y voy a ir al Boulevard a festejarlo, ms vale que me duerma temprano hoy, meditaba mientras se quitaba el traje azul marino de tela brillante, muy de moda entre los caballeros de aquellos das.

AL DA SIGUIENTE, durante el desayuno, su esposa pregunt:

Octavio, crees que te llame hoy Rodolfo...?

Mujer, el Seor Presidente me llama todos los das y, despus de un sorbo de caf, agreg festivamente:

A propsito, si hoy llego tarde, o no llego, es que me llam Rodolfo, je-je-je...

Lo haba dicho con tanta picarda, que su esposa no contest hasta despus de un rato; no ignoraba los devaneos de su marido y su pasin por las mujeres pblicas. Sern su perdicin, se dijo para s con la sensacin de haberse rendido por agotamiento ante las andanzas galantes del Ministro. Haca tiempo que Octavio haba dejado de importarle como esposo, pero permaneca a su lado por los profundos intereses que los unan.

Poco despus de que su marido haba ascendido a una Secretara de Estado, se dio cuenta de que al Ministro le gustaba andar de picos pardos con las prostitutas de la alta sociedad; pero ella, desde su puesto de mando como la 8

futura primera dama del pas, quien disfrutaba del poder que le daba la posicin de su consorte, estaba dispuesta a dejar pasar de largo algunos pecadillos. Y ese era su momento especial, pues era el da sealado para que su marido, como se murmuraba en todos los medios, fuera proclamado y ungido como el prximo presidente de Pas Ficticio.

Qu debo hacer cuando la noticia de que sers el candidato se esparza y venga la prensa o tus compaeros de partido a felicitarte, y t no ests!? agreg con tono de impaciencia.

No ests t tampoco, mujer. Yo voy a llegar tarde

dijo tercamente. Tendr que reunirme con el Poder Ejecutivo. No me esperes a cenar.

Nunca te espero... dijo inaudiblemente. Me voy a casa de mi hermana hizo una pausa. T sers el prximo presidente, no te lo han dicho?

Me lo ests diciendo t respondi dando fin a la conversacin y, besando a su esposa en la frente, agreg:

Qu se siente ser la futura Primera Dama de Ficticiolandia? dijo alejndose con su gran sonrisa. Su figura, aunque pequea, era erguida, con cierto dejo de solemnidad y muy seguro de s mismo a juzgar por sus pasos vigorosos y la gravedad de su voz.

EN CUANTO el Presidente lo llam para informarle que el anuncio oficial de su candidatura lo hara el Partido el domingo por la maana, la noticia se propag en el primer piso de la Secretara de Gobernacin. Se rog a los subsecretarios y a sus colaboradores cercanos que guardaran el ms absoluto silencio, pues no era conveniente 9

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