Sylvia Day - Relaciones escandalosas

Febrero de 1813, Caribe britnico

Haba secuestrado a la novia.

Sebastian Blake mantuvo el rostro impasible y apret la empuadura de la daga hasta que los nudillos le quedaron blancos. Si la belleza que tena delante deca la verdad, haba secuestrado a su futura esposa.

La observ con atencin mientras ella ergua la cabeza y diriga sus ojos negros hacia los suyos sin atisbo de miedo. Era alta y delgada, tena una melena rubia y rizada que haba llevado recogida en un intrincado moo. El vestido de seda casi transparente le caa por los hombros y dejaba al descubierto la piel plida. La marca de unos dedos le enrojeca la piel, y Sebastian, incapaz de detenerse, la toc y con suaves caricias intent borrar el ofensivo rastro con el pulgar. Ella se tens y levant las manos atadas por las muecas para quitrselo de encima. Sebastian le aguant la mirada.

Dime tu nombre una vez ms murmur, sintiendo un cosquilleo en la palma de la mano tras haber acariciado la sedosa piel de su cautiva.

Ella se lami el labio inferior y a l le ardi todava ms la sangre.

Mi nombre es Olivia Merrick, condesa de Merrick. Mi esposo es Sebastian Blake, conde de Merrick y futuro marqus de Dunsmore.

Sebastian le levant las manos y observ el dedo anular, donde ella llevaba una sencilla alianza dorada con el escudo de su familia grabado.

Se frot el rostro y dio media vuelta para caminar hacia la ventana ms cercana, que estaba abierta. Respir profundamente el olor a mar salada; desvi la mirada hacia las olas y vio restos del navo en el que haba viajado su prisionera.

Dnde est vuestro esposo, lady Merrick? le pregunt dndole la espalda.

Me est esperando en Londres contest llena de esperanza.

Entiendo. En realidad no entenda nada de nada. Cunto tiempo llevis casada, milady?

No creo que eso sea...

Cunto tiempo? repiti l alzando la voz.

Casi dos semanas.

El pecho de Sebastian se ensanch al coger aire.

Le recuerdo que estamos en el Caribe, lady Merrick. Es imposible que se casara hace dos semanas. Si eso fuera cierto, su esposo no estara ahora esperndola en Inglaterra.

Ella se qued en silencio, y l no tuvo ms remedio que darse media vuelta y mirarla. Fue un error. La belleza de Olivia le golpe de lleno en el estmago, igual que si hubiera recibido un puetazo.

Le importara explicarse? le pidi dando gracias por haber logrado aparentar indiferencia.

Por primera vez desde que la haba secuestrado, ella pareci perder parte de su valenta, y se sonroj avergonzada.

Nos casamos por poderes confes. Pero le aseguro que, a pesar de las extraas circunstancias que rodean mi matrimonio, mi esposo pagar encantado cualquier rescate que le pida.

Sebastian dio un paso hacia ella. Le acarici la delicada curva de una mejilla con los dedos rasposos y despus los enred en la melena. Ella se qued sin aliento y separ los labios ante una caricia tan tierna.

Estoy seguro de que estar dispuesto a pagar una verdadera fortuna por una belleza como la vuestra.

Aunque Olivia segua oliendo a humo, Sebastian poda detectar el suave y clido perfume de una mujer sensual. Busc la daga que llevaba atada alrededor del muslo y la desenvain.

Ella se asust y se apart de l.

Tranquila dijo.

Sebastian le tendi la man y esper paciente a que ella volviese a acercarse. Cuando lo hizo, cort las cuerdas que le ataban las muecas y volvi a envainar la daga. Despus frot con cuidado las marcas que las speras cuerdas haban dejado en la delicada piel de Olivia.

Usted es un pirata murmur ella.

S.

Ha abordado el barco de mi padre y se ha apropiado de su cargamento.

S.

Olivia ech la cabeza hacia atrs, lade su delgado cuello y lo mir con sus ojos color chocolate.

Entonces, por qu est siendo tan bueno conmigo si tiene intencin de violarme?

Sebastian le cogi los dedos de una mano y los coloc encima del anillo que l llevaba con el escudo de armas de su familia.

Hay quien afirma que no se puede violar a la propia esposa.

Olivia desvi la mirada y se qued boquiabierta al ver ese escudo idntico al que decoraba su alianza. Lo mir a los ojos completamente aturdida.

De dnde ha sacado esto? Es imposible que sea...

Sebastian le sonri.

Segn t, lo soy.

Olivia se qued mirando esos intensos ojos azules convencida de que el corazn terminara salindole del pecho. No poda pensar, su mente se tropezaba con el escandaloso descubrimiento de que el capitn Phoenix era, en realidad, su esposo.

Dio un paso hacia atrs, se apart precipitadamente y l la sujet por la cintura cuando vio que iba a caerse. Gimi al notar que su caricia le quemaba la piel. Los eventos del da la haban afectado profundamente, pero lo que de verdad le haca temblar las piernas era el atractivo rostro del infame pirata.