Juan Manuel Burgos - La experiencia integral: Un método para el personalismo

Juan Manuel Burgos

La experiencia integral

Un mtodo para el personalismo

PALABRA

Juan Manuel Burgos, 2015

Ediciones Palabra, S.A. 2015

Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (Espaa)

Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39

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Diseo de cubierta: Ral Ostos

Diseo de ePub: Erick Castillo Avila

ISBN: 978-84-9061-316-0

A los amigos iberoamericanos,
generosos y comprometidos.

Toda filosofa de entidad tiene debe tener unos presupuestos metodolgicos propios. Es una cuestin identitaria e insoslayable. La filosofa pretende acceder a lo real, pero ese acceso est mediatizado por la propia comprensin. No se trata solo de que el mundo (y el hombre) sean complejos, sino que la comprensin que el hombre tiene de s mismo y de lo que le rodea determina a su vez la propia comprensin generando un crculo hermenutico que no conduce al relativismo, pues el conocimiento la experiencia tiene una dimensin objetiva; pero s excluye, desde el inicio, cualquier visin simplista o ingenua. Y, si la filosofa no es otra cosa que la elaboracin crtica de esa comprensin, debe ser crticamente consciente de los presupuestos de su propio modo de comprensin. De otro modo, se traicionara y desacreditara a s misma.

Por estas razones, si una filosofa se presenta como original, si postula un proyecto nuevo de comprensin o interpretacin de lo real, debe tener asociada un mtodo igualmente original. Porque mtodo es camino. Pero el camino, en filosofa, es la misma filosofa en cuanto genera un paisaje y un horizonte particulares. Y, as, el mundo empirista que surge de los sentidos es diferente del mundo kantiano formado por las estructuras a priori de la mente y del mundo fenomenolgico que se presenta en la intuicin de las esencias. Los diversos mtodos no solo conducen a mundos diferentes sino que los generan, aunque todos tengan pretensin de verdad. Por tanto, si el personalismo es una filosofa original, debe tener tambin su propio mtodo, su propia manera de entender la inteligencia y su propio modo, correlativo e inseparable, de acceder a su realidad; en definitiva, su propio camino va, lugar y horizonte de hacer filosofa.

La metodologa, de todos modos, no es o no debe ser el momento primario. En cuanto reflexin sobre el mismo proceso intelectual, su lugar es segundo: primum vivere, deinde filosofare, expresin que se debe aplicar tambin a la filosofa, algo que el personalismo ha hecho. Ha creado, primero, su infraestructura filosfica; se ha dotado de temas y contenidos viviendo como filosofa, filosofando, sin un particular inters por la metodologa, cuestin secundaria supeditada al foco primordial: la investigacin de la persona. Pero, una vez que esa estructura ha emergido con suficiente fuerza, una vez que la imagen personalista de la persona se ha revelado con la necesaria nitidez, la cuestin metodolgica puede y quizs debe pasar ya a un primer plano, porque ese progreso filosfico remite a explicaciones de fondo a los que la investigacin filosfica intencional no puede responder. Cules son los presupuestos de la investigacin? Cmo se accede a esos conocimientos? Se diferencia el anlisis personalista de otro tipo de anlisis? Y, si esto es as, en qu consisten esas diferencias?

Que estas preguntas queden sin respuestas no afecta directamente a las propuestas antropolgicas del personalismo. De hecho, ya estn dadas; existen independientemente de la cuestin metodolgica. Pero la falta de respuestas las debilita, pues arroja dudas sobre su consistencia y su solidez. Quien no puede dar razn de s mismo, es presa fcil de los problemas y de las crticas, y su capacidad de progreso est seriamente limitada.

Quien esto escribe est convencido de la potencia intelectual del personalismo y, por ello, se ha aventurado a intentar responder a estas complejas cuestiones partiendo de dos premisas. La primera es que, en la prctica filosfica personalista, existe un procedimiento metodolgico bastante similar en todos los autores personalistas, desde Buber a Mounier, de Marcel a Scheler, o de Guardini a Wojtya; un procedimiento que consiste en un anlisis detallado y respetuoso de lo que se vive o experimenta, muy atento a la subjetividad personal, alejado de actitudes abstractas o racionalistas, realista y plenamente consciente de que no conoce una inteligencia abstracta e impersonal, y ni siquiera una inteligencia contextualizada, sino una persona concreta, especfica e irrepetible, un quin, como afirma, por ejemplo, Romano Guardini, aunque podramos encontrar una cita similar en cualquier gran personalista: La facultad cognoscitiva, seala Guardini, no es un ingenio mecnico, sino una potencia viva. Conocer no es equivalente a lo que ocurre cuando se carga una mquina fotogrfica, que fotografa mecnicamente todo lo que se pone delante de la lente. Esto sucede con el pensamiento abstracto, con el pensar en general, del sujeto general, dirigido a un objeto general. Pero todo esto en realidad no existe; es un esquema vaco. Lo que existe es el pensamiento concreto de este hombre viviente dirigido a esta cosa precisa. Y esto es un acto concreto, vivo, que puede realizarse bien o mal y depende de presupuestos muy precisos el que se realice correctamente. En definitiva, la accin de conocer procede de la persona, implica a toda la persona y remite a ella como fuente y como resultado del proceso cognoscitivo. Y los elementos que configuran esa comprensin no son separables pues se dan en una unidad viva y existencial. Son, eso s, distinguibles, analizables, un rasgo sumamente importante, pero no tanto como la reivindicacin del carcter personal unitario de la accin cognoscitiva.

Ahora bien, establecido este hecho, hay que preguntarse: Es posible deducir de aqu una metodologa fuerte, o se trata simplemente de una actitud intelectual que cada filsofo personalista podra desarrollar a su manera sin que cupiera hablar de un mtodo en sentido propio? Resolver esta cuestin es asunto tan interesante como complejo. Por un lado, la relativa diversidad que caracteriza al personalismo remite a unos fundamentos filosficos no siempre comunes, lo cual problematiza la formulacin tcnica de una posible va metodolgica, en particular, si tiene pretensiones unitarias. Adems, los personalistas han tendido a desentenderse de las cuestiones metodolgicas centrndose en el punto que les resultaba ms precioso, la comprensin de la persona, no la determinacin del mtodo que haca viable, segn el modo personalista, esa comprensin.

Afortunadamente se pueden encontrar excepciones como la de Guardini, con su mtodo de los opuestos que, de todos modos, apunta sobre todo a una interpretacin de la estructura de la realidad ms que a una reflexin propiamente epistemolgica; o la de Zubiri, con su poderoso tratado de la Inteligencia sentiente. Pero, a nuestro juicio, la ms interesante la encontramos en Karol Wojtya, quien, al comienzo de su obra maestra, Persona y accin, ha hecho una importante propuesta metodolgica. En efecto, toda la Introduccin de este libro, relativamente larga y densa, es una reflexin metaantropolgica que encuadra, determina y contextualiza la investigacin posterior. Hay que notar, ante todo, que no es nada comn iniciar un texto de antropologa con amplias reflexiones metodolgicas, y, de hecho, es bastante improbable que nos topemos con esta situacin en otros ensayos antropolgicos de personalistas. Por qu sucede esto en Wojtya? Porque pretenda llevar a cabo un proyecto muy ambicioso: nada ms y nada menos que un intento de unificacin de la filosofa del ser y de la conciencia. Y esa meta era sin duda inalcanzable si no se parta de