Henri Cartier-Bresson - Fotografiar del natural
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Henri Cartier-Bresson
Ttulo original: Limaginaire daprs nature
Henri Cartier-Bresson, 2003
Traduccin: Nria Pujol i Valls
Ilustraciones: Henri Cartier-Bresson
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Henri Cartier-Bresson ha recorrido el mundo con el ms ligero de los equipajes.
Con ello no aludo solamente a la famosa Leica, la caja mgica y porttil que le ha permitido convertirse en un hombre invisible entre la multitud, y sobre todo, escapar a todo correr de escuelas donde la perspectiva se aprende trazando lneas, para as poder surcar las carreteras de Europa en compaa de Andr Pieyre de Mandiargues. Ms adelante recorrer los caminos de Asia donde los acontecimientos le saldrn al paso, y donde las escenas de la calle se le ofrecen como si el mundo entero se hubiera convertido en un estudio a cielo abierto.
Cierto que, antes que l, los impresionistas haban plantado su caballete junto a la orilla de los ros, en los prados donde la luz se precipita como roco; pero el mundo de los impresionistas parece el de un domingo eterno, mientras que con la fotografa es posible mostrar los das laborables. Adems, pese a su pasin por la pintura uno no imagina a Henri Cartier-Bresson encadenado de por vida a un caballete, quieto durante horas enteras ante un paisaje, tal vez importunado por los curiosos, fastidiado por las avispas y posando, al fin, para un fotgrafo loco por los clichs. La pose era demasiado seria, el material demasiado pesado para este budista en turbulencia.
El ms ligero de los equipajes es la vieja leccin que no se aprende, pero que una vez comprendida nos acompaa siempre; la que le ha permitido a Henri Cartier-Bresson ausentarse como persona, borrarse para recoger mejor el instante, pero dndole un sentido a la instantnea; captar a Alberto Giacometti andar con el mismo paso que sus estatuas, y a Faulkner en mangas de camisa gobernando lo imaginario; ver en las nubes y las humaredas de la India, ver la forma del destino en un pavo real que despliega sus plumas Es la leccin de los grandes maestros, que le ha permitido hacer entrar el nmero ureo en la cmara oscura, e ilustrar sin saberlo las observaciones de Delacroix sobre lo que l denominaba la mquina para dibujar, capaz de reparar, a la vez, los errores del ojo y las lagunas de la enseanza: El daguerrotipo es ms que el calco, es el espejo del objeto; algunos detalles, casi todos omitidos en los dibujos del natural, cobran en ste una gran importancia caracterstica, e introducen as al artista en el conocimiento completo de la construccin: las sombras y las luces se hallan en l con su grado exacto de firmeza o de blandura, distincin muy delicada y sin la cual no hay relieve.
Regresar al dibujo, como ha hecho Henri Cartier-Bresson durante estos ltimos aos, es pues romper el espejo y mirar a ojo descubierto, es decir aceptar el error del mundo y nuestra imperfeccin.
Meditar acerca del desorden de las apariencias ms que continuar con la huida hacia adelante propia de la fotografa, equivala, en definitiva, para esta personalidad rebelde, hallar una forma de libertad.
En la escritura de Henri Cartier-Bresson reconocemos por completo su estilo: testimonio, leyenda o dedicacin, siempre se trata de un arte breve, una improvisacin lograda gracias a una sentido de la frmula casi infalible (por ejemplo esta frase cazada al vuelo acerca de una Suite para violonchelo solo , de Juan Sebastin Bach: es msica para bailar, justo antes de morir), y que supone el mismo gusto por el instante decisivo que en fotografa aunque los retoques y los arrepentimientos estropeen un poco el oficio.
Gracias a Triade, que le revel el arte del libro, pues fue el inolvidable editor de Images la sauvette , Henri Cartier-Bresson descubri en s mismo este don adicional, escribiendo un prefacio que pronto se convirti en referencia para los fotgrafos, pero que hoy merece ser ledo de una forma menos restrictiva: como un arte potico completo. Al igual que hay que leer y releer sus reacciones vigorosas, sus recuerdos discretos pero precisos, llenos de humor y de afecto cuando se trata de Jean Renoir; y su testimonio sin prejuicios sobre Cuba, por ejemplo, donde supo ver mejor que nadie el rgimen de Castro en sus inicios; mejor en todo caso que muchos escritores que trabajaban por encargo.
Henri Cartier-Bresson escribe con tinta china, sin duda porque se trata de una tinta que no permite extenderse. Y, en la actualidad, da gracias al fax, que es a la escritura lo que la Leica fue a la fotografa. Pues no detesta determinadas mquinas, a condicin de que sean ligeras y que vayan rpidas, es decir, que le permitan atrapar el instante.
Enfocar bien es otra cosa, para la que no basta con el ojo, y que a veces requiere que se contenga la respiracin. Pero es de todos conocido que Henri Cartier-Bresson si bien es un gemetra sin regla, tambin es un disparador de lite.
Desde sus orgenes la fotografa no ha cambiado salvo en sus aspectos tcnicos, lo que, en mi opinin, no tiene mayor importancia.
La fotografa parece una actividad fcil; es una operacin diversa y ambigua en la que el nico denominador comn entre los que la practican es la herramienta que se usa. Lo que sale de esa cmara no es ajeno a la economa de un mundo de despilfarro, donde las tensiones son cada vez ms intensas y donde las consecuencias ecolgicas son ya desmesuradas.
Fotografiar es retener la respiracin cuando todas nuestras facultades se conjugan ante la realidad huidiza; es entonces cuando la captacin de la imagen supone una gran alegra fsica e intelectual.
Fotografiar, es poner la cabeza, el ojo y el corazn en el mismo punto de mira.
En lo que a m respecta, fotografiar es una manera de comprender que no puede separarse de los otros medios de expresin visual. Es un modo de gritar, de liberarse, no de probar ni de afirmar la propia originalidad. Es una manera de vivir.
La fotografa fabricada o puesta en escena no me interesa. Y si la valoro en algn sentido, no puede ser ms que a partir de un punto de vista psicolgico o sociolgico. Estn los que hacen fotografas previamente amaadas y los que van a la bsqueda de la imagen y la capturan. El aparato fotogrfico es para m como un cuaderno de esbozos, el instrumento de la intuicin y de la espontaneidad, el dueo del instante que, en trminos visuales, cuestiona y decide a la vez. Para significar el mundo, hay que sentirse implicado con lo que el visor destaca. Esta actitud exige concentracin, disciplina del espritu, sensibilidad y sentido de la geometra. La simplicidad de la expresin se consigue mediante una gran economa de medios. Hay que fotografiar siempre partiendo de un gran respeto por el tema y por uno mismo.
La anarqua es una tica.
El budismo no es ni una religin ni una filosofa sino un medio que consiste en dominar el espritu con el fin de acceder a la armona y, por compasin, ofrecrsela a los dems.
Brie. Francia, junio de 1968
No hay nada en este mundo que
no tenga un momento decisivo.
Cardenal de Retz
Siempre he sentido pasin por la pintura. Cuando nio, pintaba los jueves y los domingos, y los otros das soaba con pintar. Tena una cmara Brownie como muchos nios pero slo la utilizaba de vez en cuando para llenar pequeos lbumes con mis recuerdos de vacaciones. Hasta mucho ms tarde no empec a aprender a mirar a travs del aparato; mi pequeo mundo se ensanchaba y las fotografas de vacaciones contribuyeron a ese fin.
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