Enrique Marí - La interpretación de la ley

Eudeba

Universidad de Buenos Aires

1 edicin en formato digital: diciembre de 2015

2015

Editorial Universitaria de Buenos Aires

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ISBN edicin digital (ePub): 978-950-23-4635-9

Digitalizacin: Proyecto451

Prlogo

I. He aqu un libro de filosofa de aliento clsico. La leccin de Enrique Mar se focaliza en el siglo XIX, ms especficamente en las filosofas del derecho de Jeremy Bentham, Friedrich Carl von Savigny y Rudolf von Jhering. El leitmotiv se despliega en torno a la interpretacin de la ley. Pero el utilitarismo, la exgesis historicista y el finalismo son considerados desde la filosofa antigua y la epistemologa contempornea, la historia y el psicoanlisis, la filologa y la filosofa analtica de la accin. Se diseccionan los criterios pensados para imponer y controlar los sentidos de las normas jurdicas. Quedan develados montajes, se muestran mitologas y ficciones. El resultado del intenso recorrido puede calificarse de crtico. El mtodo es perspectivista y comparativista. Pero poco le preocuparon a Mar las etiquetas. Este libro de espritu jovial es un ejercicio de libertad. Es pasin por la confrontacin de ideas, anhelo de chispas, encuentro con luces que opacan ilusiones de claridad. Mar recurre a los esfuerzos ms notables del pensamiento iusfilosfico decimonnico para desplegar, en torno a ellos, un perspectivismo sofisticado, erudito, delicado. Ese perspectivismo, sin embargo, confronta, esgrime afn adversativo incansable, escapa a la departamentalizacin del saber, se detiene en detalles que pronto se descubren relevantes. Detalles en los que lector halla indicios de cmo el entusiasmo guiaba el trabajo intelectual de Mar. Es libre al pensar y al escribir, al interrogar y poner en crisis una tesis, una posicin que es jaqueada desde un emplazamiento que remite a otro. En ese diferendo filosfico se van talando esfuerzos, pujas por imponer determinacin (frmula, algoritmo, fundamento o valor) sobre reglas en las que late la indeterminacin. Hay una tica en ese criticar que desata ataduras. No importa que pretenda garantizar la justicia, o que se predique la sustitucin de esa vaporosa justicia por la felicidad: se desgrana la pretensin del felicific calculus , se muestra lo velado por las racionalizaciones teleolgicas, se localizan intersecciones entre comprensiones hermenuticas y explicaciones causales, se contextualizan criterios. As se perfila el pluralismo de Mar, tensando esfuerzos lcidos, acosando lo molar de las ideas de ley y los modos de interpretacin que propician.

II. Cmo el pasaje de la conciencia del pueblo a la conciencia de la comunidad de especialistas reconfigura la filosofa, ejemplificada en la filosofa del derecho? En esas dos figuras se condesan tribunales diferentes, pretensiones de justificacin, retricas y estilos de racionalidad escindidos, cada cual dotado de una mitologa, de un imaginario que nubla al otro. Pueblo y especialista, sin embargo, se solapan hasta quedar exhaustos en la escena crtica que erige Mar. Tejida de tensiones, atravesada por conflictos de intereses, Mar se detiene en la finalidad. Bucea y nada, excava en Aristteles, atenaza a David Ross y a Alf Ross, a Max Weber y Norbert Elias, a Hans Kelsen y Sigmund Freud, a Niklas Luhmann y Jrgen Habermas, a Roberto Vernengo y Carlos Nino, y nos lega una visin de la aleacin oxidada y cada tanto coloreada nuevamente con la que se pretende lanzar derecho y clavarlo sin falla en el blanco: tal es el artificio onto-teo-teleolgico, la punta de lanza esculpida con invocaciones a la razn, la flecha revestida de tica positivizada. La conciencia del filsofo se disemina sobre un fondo de negatividad: indeterminacin y afn de determinacin, afectos, pasiones y potica en el despliegue crtico del orden, de las pretensiones de calcular, de asegurar. Martilla frmulas, reactiva los compuestos de las recetas dictadas, las hunde y observa cmo reflotan restos de la voluntad del legislador, de la dogmtica del jurista, de la conciencia del pueblo, de la pureza de la razn, de la crtica a la interpelacin ideolgica y la estructuracin inconsciente. Abre una galera de salas desde donde se disipan referencias espectrales. Mar ofrenda lo que queda de esas voluntades de reconocer y adscribir fines y causas, expone cmo parecen de otro tiempo y aparecen desde otro mundo; y cmo, detrs de renovadas mscaras, persisten, siguen actuando. Eso que queda, depurado de esencia, tiene la potencia de la plasticidad. Eso que queda, apenas lo que an no se escurri de las manos, menos que arena o agua: ficciones, justamente aquello que difiere de la arena y el agua, pero con lo cual tambin se hace masa. Con el trabajo que sostiene la libertad de pensamiento se muestra y pone en crisis la arbitrariedad de las imposiciones, la violencia que amasija. Interpretar la ley as implica -ensea esta leccin- participar de la filosofa, perseverar en una tica del investigar y disponer de los sentidos sedimentados en contra de la imposicin de un sentido, en la direccin opuesta al embotamiento. Tal linaje crtico y poltico de Mar conforma, entonces, un perfil filosfico abierto a la historia, la economa, la antropologa, las ciencias sociales, la lingstica, el psicoanlisis, la epistemologa, la esttica y la literatura. Y de este modo, en el libro de Enrique Mar, la lucha por el derecho se convierte en ocasin que exhibe la vitalidad de la accin filosfica: rivalidad de la reflexin para la libertad del pensamiento, quizs para el alba de la autonoma. Y he aqu, en esta libertad, una finalidad que representa la ficcin del comienzo radical.

III. La filosofa, en su desenvolvimiento histrico, presenta la imagen de bsqueda y confrontacin. Parece demandar los mayores esfuerzos Husserl apel al herosmo de la razn. Encuentra resistencia en su afuera, pero la exterioridad que enfrenta el pensar se halla tambin en su propia historicidad. La mirada retroactiva depura y contabiliza lo ya devenido impropio en la sucesin de pensamientos. Con lo cual, la adversidad a remontar tambin proviene de aquello que es condicin para el pensar: se trata del peso de lo pensado, la gravitacin del pasado, se sobre el cual se sostiene el pensar presente y tambin aquel que se trata de distanciar mediante hiatos, silencios y amnistas, acusaciones, impugnaciones y anulaciones. Se trata, pero nunca se cierra el trato. Puede, as, no ser del todo ajustada aquella imagen, en tanto que lo filosfico es fin del acabamiento, proceso kafkiano, persistir en engranajes a los que se destinan esfuerzos para revertir lo que ellos hacen. Aprehende lo escrito, no culmina el aprender a escribir. Estudiar y buscar sin cesar, prescindiendo de todo Csar para discutir (separar y sacudir) todo arkh (principio, comienzo, poder): podramos decir, parafraseando a Jhering, que en esto se asienta el inters protegido por la tradicin de la filosofa. Esta tradicin imprimi su marca en Mar. Y la filosofa, de ese modo, opera un prodigio al que no es suficiente explicar por el conocimiento ni por la educacin: demanda el asombro de estar en un mar de pliegos y pieles, flotando en distensiones que alojan tenues promesas de felicidad, en atencin a la experiencia de dolor. S, tambin atencin al dolor, que es de angustia, grito de socorro. La filosofa quizs una patologa de nuestra cultura no cura, pero acaso su terapia sea la distancia, la interrogacin de los re-medios. Entender la filosofa como rivalidad, competencia de pensamientos, conflicto de inters, de pasiones, tensiones entre la autoridad del pasado y el horizonte crtico no debera olvidar aquello otro, poner entre parntesis, abstraer como flotar intil (la litis referida a la proteccin del inters autrquico: idea, derecho y pretensin ciertamente desconcertantes en el encadenamiento del ser que presupone dependencias mutuas). La cuestin que se presenta, entonces, es cmo evitar que se arrase una tradicin, que se la reprima en el desierto del olvido, que se abone con ello el arrasamiento, que se agobie lo que apenas perdura como imagen de lo pensado. Mar esboza suavemente un camino: sin que se aplanen ideas, cultivando el trabajo intelectual hasta que afloren crticas, velando por el retorno del estudio y la crtica. En ese ciclo se notar la supervivencia de una fraccin de aquellas ideas criticadas por lo que emerge como pensamiento propio. As las cosas, en las grandes corrientes que parecan enfrentadas por posiciones irreductibles se reconocen convergencias, vuelven a reproducirse cuestiones porque, a pesar de sus modalidades, constituyen expresiones de un mismo juego. Esta leccin filosfica puede extraerse del debate entre los partidarios del mtodo exegtico y los impulsores del finalismo: las cuestiones vuelven a exhibirse, porque las frmulas dispuestas, dejando a salvo matices, son complementarias. Voluntad del legislador o legislador racional, en cualquier caso mitos (Vernengo y Franois Ost), ficciones (Mar las considera ficciones del como si, es decir, medios del conocimiento que cumplen una funcin prctica y, en consecuencia, ideolgica). Queda, claro, la opaca cuestin de la superacin en filosofa, cuestin ardua que emparenta en un mismo aire familiar a Wittgenstein con Hegel, a un libro de Wittgenstein con otro de l mismo, a un Jhering con otro Jhering.