Alfredo Grimaldos - La Iglesia en Espa?a 1977-2008
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Alfredo Grimaldos
Ttulo original: La Iglesia en Espaa 1977-2008
Alfredo Grimaldos, 2010
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Para nuestro querido Andrs Snchez, que nos ha dejado hurfanos. Siempre aoraremos las reuniones de tu casa. Cunto nos hemos redo, en la mesa de la cocina, con las cosas de estos hechiceros!
Con cario, respeto y agradecimiento, para el maestro Gonzalo Puente Ojea, una referencia fundamental de lucidez y honestidad.
INTRODUCCIN.
En mayo de 2003, la Audiencia de Madrid impone una pena de diez aos de prisin a Jos Martn de la Pea, juez eclesistico y sacerdote de la dicesis de Alcal de Henares, por abusar sexualmente de una menor, de forma continuada, entre 1978 y 1988. La madre de la vctima, una persona muy religiosa, haba conocido a don Jos porque fue l, como juez eclesistico, quien le tramit la nulidad del matrimonio. Aprovechndose de esta circunstancia, el sacerdote comienza a visitar con frecuencia y absoluta confianza la casa en la que viven la nia de la que abusa, la madre y la abuela. Deja de acudir a la vivienda cuando la vctima ha cumplido trece aos. La madre, ignorante del calvario que ha supuesto la infancia de la cra, logra sonsacarle los hechos cuando ella ya es mayor de edad. Entonces explica la situacin al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mara Rouco Varela, a quien conoca personalmente y con quien se entrevista en varias ocasiones. Pero lo que hace monseor Rouco es neutralizar la denuncia, hasta que el caso llega a los juzgados. Y Jos Martn de la Pea contina celebrando misas.
Una situacin similar se produce varios aos despus. Rafael Sanz Nieto, sacerdote de la parroquia de Santo Domingo de Guzmn, del barrio madrileo de Aluche, es sentenciado en 2006 a dos aos de crcel por un delito de abusos sexuales continuados cometidos sobre un menor entre 1999 y 2001. La vctima tena trece aos cuando se iniciaron las agresiones. De nuevo monseor Rouco Varela frena el asunto, expulsa de su dicesis a los catequistas que denuncian los hechos y ampara al prroco. La ocultacin se convierte siempre en la estrategia de la jerarqua catlica cuando un caso de pederastia afecta a un ministro de Dios. Lo mismo ha ocurrido en Estados Unidos, donde se han denunciado centenares de abusos y violaciones protagonizados por religiosos durante los ltimos aos. Y en la dicesis de Los ngeles, una de las ms afectadas por esta plaga, los delincuentes han gozado del respaldo del arzobispo Roger Mahony, a quien se puede ver tirando balones fuera en el documental Lbranos del mal, recientemente estrenado. se es el estilo de la Iglesia. Vivir al margen de la legislacin civil, pretendiendo que las leyes se plieguen a sus dogmas.
El propio papa Ratzinger congel miles de denuncias por abusos sexuales cuando era el mximo responsable de la Congregacin para la Doctrina de la Fe (la antigua Inquisicin), entre ellas varias contra el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y buen amigo de Juan Pablo II. Contrasta esta actitud con la intransigencia moral que evidencian constantemente Benedicto XVI y monseor Rouco Varela a la hora de abordar cuestiones como la utilizacin de los preservativos, el matrimonio entre homosexuales, los cuidados paliativos, la investigacin con clulas madre o el aborto. Y siguen con la matraca de que la especie humana proviene de Adn y Eva y del paraso terrenal. En la Expo de Zaragoza, el propio alcalde de la ciudad, Juan Alberto Belloch, ha apadrinado un acto creacionista. La Iglesia se adapta a la realidad muy poquito, cuando no tiene ms remedio, pero contina siendo un lastre para el avance cientfico y la calidad de vida del ser humano. El gran Bertrand Russell deca que las religiones, en cada etapa, tratan de hacer que el pblico olvide su anterior oscurantismo, a fin de que su oscurantismo actual no sea reconocido como tal.
Durante los ltimos aos, la Iglesia espaola se mantiene en pie de guerra. Mientras los partidos polticos desmovilizan a la sociedad y convierten a los ciudadanos exclusivamente en votantes, la cpula episcopal se muestra cada vez ms organizada y beligerante. Los obispos avalan los mensajes ultraderechistas que se lanzan a travs de su cadena de radio y hacen poltica directa y descarnada todos los das. Nunca haban emitido tantas pastorales, comunicados e instrucciones de todo tipo, ni haban ofrecido semejante nmero de ruedas de prensa como en esta ltima poca.
Cuanto ms se manifiestan y gritan las huestes episcopales en los espacios pblicos, convertidos en nuevos plpitos del integrismo catlico, ms privilegios reciben del Gobierno. Cada vez se escucha, de forma ms insistente, la voz de los obispos, que intervienen en la elaboracin o la desactivacin de las leyes desde fuera del Parlamento. Todo ello en contra de los principios de laicidad, igualdad y no discriminacin, y ante la incomprensin de no pocos militantes y simpatizantes del partido en el Gobierno. As lo reconoce incluso el nmero dos del PSOE, Jos Blanco, sorprendido por la que les est cayendo encima, al afirmar que el trato del Gobierno a la Iglesia catlica ha sido exquisito y que el acuerdo de financiacin ha sido cuestionado por buena parte de la sociedad y por muchos votantes del PSOE. Pero la Iglesia es insaciable y, adems, ya se sabe que Roma no paga a traidores.
De todas formas, no se puede hablar de que haya habido una marcha atrs de la cpula episcopal durante los ltimos aos. Tanto en la Iglesia universal como en la espaola en particular: para que haya involucin tiene que producirse, primero, evolucin o marcha hacia delante. Y esto no ha tenido lugar en sentido profundo y realmente significativo. Durante la ltima etapa del franquismo, con el cardenal Tarancn al frente, la Iglesia pretende desmarcarse del Rgimen, pensando que la dictadura se va a hundir con enorme estrpito y que lo inteligente es mantenerse lo suficientemente alejado de sus residuos para que el derrumbe no le alcance. El gran gesto progresista del arzobispo de Madrid en San Jernimo el Real, poco despus de la muerte del dictador, pidindole al rey apertura, no es ms que un espectculo medieval, la renovada alianza eterna entre la Iglesia y el Trono. Tarancn pasa por ser una persona liberal porque se le compara con los obispos ultras que hay en la Conferencia Episcopal, deca el cura obrero Mariano Gamo. Pero claro, los franquistas ms recalcitrantes consideran unos traidores a los mximos responsables del episcopado por intentar abandonar un barco que se hunde.
Dos aos antes, en el mismo escenario, durante el funeral por Carrero Blanco, los ms extremistas del Rgimen le haban gritado al arzobispo de Madrid: Tarancn al paredn, una consigna que no haca ms que blanquearle para la historia. El exministro franquista Po Cabanillas comenta el incidente en la serie de TVE La Transicin Espaola: Ese acontecimiento tena algo verdaderamente entristecedor. Era como una pelea de dos instituciones ya vencidas: la Iglesia, que intentaba remontar su credibilidad, y el Rgimen, que intenta remontar una credibilidad que ya no exista.
Pero a la hora de la verdad, no se produce ningn derrumbe estrepitoso. Los cambios son, sobre todo, cosmticos. Figuras como Adolfo Surez o Rodolfo Martn Villa, surgidos de las entraas del Rgimen, son los encargados de dirigir y controlar la Transicin. Y nada se les escapa de las manos. Es entronizado el rey designado por Franco y la Iglesia vuelve a ser lo que siempre ha sido, conservando, adems, todos sus privilegios. La reivindicada ruptura y la depuracin del rgimen dictatorial se quedan, primero, en ruptura pactada, para convertirse enseguida en reforma y finalizar con el consenso, que no es ms que la rendicin de los grandes partidos de la oposicin ante las condiciones impuestas por los que quieren maquillar el Rgimen desde dentro. Ni la Iglesia pide perdn por haber santificado la criminal Cruzada y jaleado miles de fusilamientos, ni los policas torturadores son procesados y depurados, ni los magistrados del siniestro Tribunal de Orden Pblico se ven apartados de la carrera judicial.
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