Marcellino DAmbrosio - Cuando la Iglesia era joven (Pelícano) (Spanish Edition)

MARCELLINO DAMBROSIO

Cuando la Iglesia
era joven

las voces de los primeros Padres

Ttulo original: When the Church was young. Voices of the early Fathers

Servant Books, 2014

Ediciones Palabra, S.A., 2016

Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (Espaa)

www.palabra.es

Traduccin: Gloria Esteban

Diseo de cubierta: Mark Sullivan

Diseo de ePub: Erick Castillo Avila

Imagen de portada: San Apolinar, San Sebastin, San Demetrio, San Policarpo y San Vicente.

Detalle de la Procesin de los Santos. Baslica de San Apolinar El Nuevo. Rvena. Italia.

Fotografa de portada: lbum

ISBN: 978-84-9061-427-3

Cuando una estrella nueva apareci en Beln, la pequea y soolienta aldea era territorio ocupado. Sesenta aos atrs, un ejrcito extranjero atraves la regin reclamando Palestina como provincia de Roma.

Los ingenieros romanos emprendieron la tarea de levantar nuevos edificios y las legiones, la de conquistar nuevos territorios. Pero Roma ya no era joven: haba envejecido y estaba decrpita. La repblica de Cicern degener en el despotismo de Csar. Tirano tras tirano fueron ganando poder a costa de mucha sangre. El culto a la familia, al trabajo y a la frugalidad fue reemplazado por la adiccin a los placeres y al poder. El estado de bienestar basado en la conquista y en una mano de obra esclava compr la lealtad del pueblo regalando pan y juegos de gladiadores. Todos estaban dispuestos a cambiar su libertad por una vida ms cmoda.

En medio de esa decadencia, el Evangelio de Jesucristo trajo una callada ilusin y una nueva esperanza que no dejaron de crecer pese a todos los esfuerzos por aniquilarlas. En Galilea prendi una chispa que se inflam en Pentecosts y, transcurridas una o dos dcadas, lleg a las puertas de la capital del Csar, haciendo de ella el nuevo centro de la vida y la misin cristianas.

La historia no acab con los apstoles. Pablo y la mayora de los doce fueron ejecutados a manos del corrupto y viejo imperio, para el que representaban una amenaza inquietante. Cuando muri el ltimo apstol en torno al ao 100 d.C., la nueva forma de vida y la nueva esperanza cristianas apenas haban calado en la sociedad.

An quedaba mucho por hacer. Todava no exista el Nuevo Testamento. Es cierto que Pedro, Pablo y Juan escribieron cartas a una u otra comunidad; y que, en esa misma poca, circulaban unas cuantas recopilaciones de palabras de Jess y relatos de su vida y de la Iglesia de la primera generacin. Adems, existan otros textos, entre los que se contaba uno que contena ciertas visiones inquietantes. Ahora bien: de todos esos textos, cules ofrecen la autntica enseanza de Jess y de los apstoles? Y, si son autnticos, qu autoridad poseen? Hay que considerarlos textos inspirados, como los de Moiss e Isaas? Y, por cierto: Jess era realmente Dios o nicamente el mayor de los profetas? Era plenamente hombre o posea nicamente forma humana? Algunos textos de Pablo son difciles de entender. Qu quera decir Pablo? Qu quera decir el mismo Jess?

Los que se adelantaron a responder a estas preguntas tomaron el testigo de los apstoles y atravesaron con l los aos de la infancia de la Iglesia. Recibieron el nombre de Padres de la Iglesia, igual que a los creadores de la nueva repblica americana se los conoce como Padres fundadores.

Son los padres quienes engendran vida. Y, si la vida fsica es algo maravilloso, la vida espiritual que procede del conocimiento ntimo de Dios lo es an ms. Los Padres engendraron esa vida sobre todo a travs de su enseanza. Ellos mismos compararon la Palabra de Dios y la enseanza de Cristo y de los apstoles con la semilla que da vida. Pero tambin las compararon con el pan que sostiene esa vida. Como todo buen padre, adems de engendrar vida, la sostuvieron. No se limitaron a sembrar la semilla apostlica: tambin facilitaron alimento, consejo y disciplina con intencin de llevar a la Iglesia de la infancia a la madurez.

En la Iglesia primitiva hubo muchos maestros cuya enseanza muri con ellos y cuyos nombres se han perdido. Los primeros maestros cristianos que acabaron recibiendo el nombre de Padres son los que dejaron su enseanza por escrito, lo que les ha permitido seguir ensendonos a nosotros. Y tenemos verdadera necesidad de esa enseanza. Este mundo nuestro, cnico y cansado, se parece mucho a la exhausta sociedad romana de su tiempo. Las preguntas a las que contestaron son nuestras preguntas, y sus problemas son nuestros problemas. Hoy nos hace falta volver a escuchar sus voces resonando con las jvenes energas de la Iglesia primitiva.

Esa es la razn de este libro. La Iglesia de entonces corra el peligro interno de la divisin y las componendas. Y corra el peligro externo de la persecucin y la tentacin moral. Te suena esto a algo? El testimonio de los Padres fue esencial para la unidad y la vitalidad de la Iglesia de entonces. Y ese testimonio sigue siendo esencial para la restauracin de la unidad y la vitalidad de la Iglesia de hoy.

Este libro no pretende ser un manual bsico o enciclopdico, de los que ya existen muchos y que recomiendo vivamente. Solo pretende familiarizar al lector con las personalidades singulares y la vibrante pasin de quienes son nuestros antepasados comunes, y compartir unas cuantas joyas del tesoro de su valiosa enseanza, que es patrimonio de todos nosotros.

Y cuando digo nosotros me refiero a toda la familia cristiana. Mucho antes del cisma entre Oriente y Occidente, entre los protestantes y los catlicos; mucho antes de que las palabras catlico, ortodoxo y evanglico designaran a comunidades distintas y divididas entre ellas, los Padres de la Iglesia se gloriaban en una sola fe en el Cuerpo unido de Cristo, que no puede ser ms que evanglico, catlico y ortodoxo.

Ha llegado el momento de redescubrir nuestra herencia comn. Recuperando los das en que la Iglesia era joven y explorando juntos nuestras races, viviremos un nuevo crecimiento que producir nuevos frutos, una unidad nueva y un inmenso gozo.

Hace muchos aos, cuando me enamor de Cristo y estaba deseando explorar la herencia de su Iglesia, tuve la inmensa suerte de conocer a un monje trapense que haba abandonado por una temporada la abada de New Melleray para servir de gua espiritual a jvenes como yo. Lo primero que me recomend amablemente este sacerdote, el padre Jim Henderson, fue empezar a rezar la liturgia de las horas (el oficio divino). Cuando me resist cortsmente, l volvi a insistir con firmeza y me di por vencido. As que mi primer encuentro con los Padres de la Iglesia tuvo lugar en el oficio de lectura del breviario romano. Desde ese momento, ellos y el padre Jim se convirtieron en mis primeros guas espirituales. Poco despus, el padre Jim me puso en las manos un libro de un jesuita francs, Henri de Lubac. Fue este experto francs quien me demostr la importancia decisiva de redescubrir a los Padres para la renovacin del cristianismo de hoy. El fecundo estudio de la interpretacin de la Biblia que llevan a cabo los Padres termin siendo el tema de mi tesis doctoral.

De modo que este libro es fruto del trabajo de muchos grandes maestros que despertaron mi inters por los Padres: el padre Jim, Henri de Lubac, Jean Danilou, Louis Bouyer, Godfrey Diekmann, George Berthold, Giles Dimmock, Boniface Ramsey, Robin Darling Young, Francis Martin y Avery Dulles, por nombrar solo a unos pocos. Siempre les estar agradecido.