Isla de Margarita
Nuestra Herencia
Gmez - Ortega
Grisel Gmez-Cano y
Eduardo A. Navarro Rodrguez
Copyright 2020 por Grisel Gmez-Cano y
Eduardo A. Navarro Rodrguez. 806441
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Portada: Eduardo A. Navarro Rodrguez
Editora: Ana Josefina Navarro Rodrguez
Xlibris
844-714-8691
www.Xlibris.com
ISBN: | Tapa Dura | 978-1-7960-9529-6 |
Libro Electrnico | 978-1-7960-9528-9 |
Fecha de revisin: 09/02/2020
A las nuevas generaci ones
Figura I.1: Bandera de Nueva Esparta (amarillo representa el sol y sus riquezas; verde, la vegetacin; azul: el
Mar Caribe; blanco, la pureza; y las tres estrellas, las tres islas: Margarita, Coche y Cubagua
Detective en el tiempo
Aos antes de despedirse de este mundo, mi padre, Luis Anbal Navarro Gmez, o Fay, como lo apodaban sus hijos, estaba fascinado con reconstruir la genealoga de la familia. Anhelaba inculcarme su orgullo por nuestra descendencia y el amor que senta por su patria Venezuela. Describa la Isla de Margarita, su tierra natal, como un paraso abundante en pescado fresco, con el sol siempre presente, entibiando las aguas del Mar Caribe.
Cerca del 2008, forjamos juntos nuestro primer rbol genealgico, sin sospechar que otros familiares, casualmente, emprendan la misma labor. Comenz como un entretenimiento, pero pronto evolucion en algo ms serio, y pasbamos horas buscando fotos e informacin digitalizada en Internet. Al mismo tiempo, mi padre quiso reconectarse con sus familiares en Margarita, lo que lo impuls a comprarse una humilde casa en la Isla la cual, cariosamente, llamaba la choza. Se emocionaba cuando hablaba de sus planes de pasar sus ltimos das en su tierra natal. Esta empresa nos uni ms como padre e hijo, y ahora, despus de su fallecimiento, para continuar sus esfuerzos, se ha convertido en un proyecto de mi vida. Parte de m se mantiene conectado a su memoria a travs de este trabajo. Me lo imagino enaltecido, contando con orgullo a sus amigos, cun lejos ha llegado el fruto de la semilla que sembr.
Insisto que esta colaboracin ha sido inspirada por obra divina, y no por pura casualidad. Todos los descendientes Gmez y Ortega, con los que he hablado, se desbordan de cuentos sobre sus vivencias y muestran sus triunfos como medallas de oro sobre su pecho. Armado con paciencia, amor y humildad, espero haber hecho un trabajo digno de la memoria y hazaas de todos nuestros antepasados.
Para la verificacin de nuestro rbol genealgico, me enfoqu principalmente en registros parroquiales digitales accesibles en Internet y corrobor stos con la evidencia histrica y digital presentada por Grisel Gmez-Cano, mi ta segunda y coautora. Resultaron muy relevantes los registros parroquiales, ya que evidentemente nuestra familia ha sido muy devota a la iglesia catlica por varios siglos. Se me ha facilitado la comprensin de las actas porque los prrocos de la poca utilizaban formatos similares cuando escriban con pluma y tinta oscura las constancias de bautismo, matrimonio y defuncin. En la medida que investigaba generaciones ms antiguas, la informacin se tornaba confusa e incompleta, por lo que se me hizo necesario emplear un proceso para encarar este reto. Para poder discernir la informacin en centenares de documentos, algunos casi incomprensibles, utilic tcnicas de manipulacin de imgenes digitales. Mediante el uso de programas como GIMP 2.10, apliqu filtros avanzados para identificar bordes, eliminar imperfecciones y destilar letras, que de otra manera seran muy difciles de transcribir. El resultado es la evidencia utilizada para sostener la veracidad de nuestro trabajo.
El enfoque central de este libro es la pareja conformada por Luis Gmez Campo y Eliodora Ortega Alfonzo, mis bisabuelos. De all, hemos generado segmentos verticales y horizontales, que incluyen las familias nucleares y extendidas. El mtodo de investigacin ha generado un torrente de datos que han sido examinados y agrupados para llegar a una visin amplia de nuestros ascendientes y descendientes: nuestra historia familiar.
Eduardo A. Navarro Rodr guez
Buque a flote (un mito familiar)
Ocano Atln tico,
Abismo turquesa entre Viejo y Nuevo Mu ndo
Mar de Col n y de los guaique res.
Olas salitres de los sueos srdidos y pescadores valie ntes;
Paraguachoa, Isla de Marga rita,
Perla del Ca ribe.
Cuando los europeos pisaron tierra occidental en el siglo XV se prendaron de sus islas, sobre todo de una espectacular que los nativos llamaban Paraguachoa (Isla Margarita), situada al noreste de Venezuela en el Mar Caribe. Por ms de seis siglos, ese paraso terrenal de cerca de 1100 Km2 de extensin ha atrado a viajeros de todo el mundo, pero en especial a los canarios, quienes, por las exticas playas, contrastantes paisajes, recursos naturales y, sobre todo, la abundancia de perlas, frutas y pescado, la han hecho su hogar.
Mi padre, Anbal Jos Gmez Ortega, relataba que sus antepasados provenan de las Islas Canarias. No sabemos a ciertas cuando desembarcaron por primera vez en Margarita, pero existen actas digitales de bautismos, matrimonios y defunciones de los Gmez y Ortega de siglos pasados, que directamente establecen nuestro parentesco con ellos. Por los bienes y legado poltico, social y cultural de estas dos familias en la Isla, deduzco que descendan de espaoles militares y comerciantes apoderados quienes, ya en Venezuela, formaron parte del grupo de los criollos.
Mi padre me coment que sus antepasados llegaron a Venezuela en un buque, cuyo mstil sirvi de base estructural para la Quinta Santa Rita en el Valle del Espritu Santo, capital de la Isla en 1524. La sencilla residencia estaba al frente de una extensa huerta. All vivieron los Gmez Campo, los Gmez Ortega y, finalmente, los Gmez Daz. Desde ese entonces, este dato primordial de nuestra familia se ancl en mi mente, como la nave de nuestros ancestros en tierra firme margaritea en los primeros siglos de la conquista, forjando un trecho del presente hacia el pasado, y la misin de revelar nuestras races.
Figura I.2. Mapa de Margarita, Coche y Cubagua (Creative Commons)
El Valle del Espritu Santo La Huerta Santa Rita
En 1975, mientras emprenda mi maestra en el Departamento de Economa de la Universidad de Houston, Texas, tuve la oportunidad de pasar tres meses con mi padre en la Quinta Santa Rita. Este reencuentro fue muy valioso para m, no slo porque no nos habamos visto por casi una dcada, sino que siete meses despus, el 11 de julio de 1976, a los 69 aos, falleci. Durante mi corta estada en la Isla, decid entrevistarlo para construir nuestro rbol familiar. En ese entonces, yo contaba con 25 aos.
Aunque esas preciadas notas se encuentran enterradas en algn recoveco de mi polvorienta biblioteca, dos de nuestros familiares mencionados por l resaltan a mi memoria: mi to abuelo, el Doctor Luis Ortega Alfonzo (1850-1901), cuyo nombre se ha asignado al hospital y a una calle de Porlamar, a la Unidad Educativa Puerto Fermn Dr. Lus Ortega y a una plaza en un municipio waiker y mi abuela paterna, Eliodora Ortega Alfonzo (nacimiento circa 1875 y fallecimiento circa 1946), quien, segn mi pap, aunque corta de vista, por su enrgico carcter poda controlar a los peones de su huerta.
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