2017, Jos lvarez Junco y Gregorio de la Fuente Monge
2017, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Grcia, 47-49. 08021 Barcelona
ISBN ebook: 978-84-306-1766-1
Diseo de cubierta: Bronze
Conversin ebook: Arca Edinet S. L.
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Facti ergo evidentiae est potius annuendum quamquam fabulosis narrationibusattendendum.
(Es preferible atender a las evidencias, los hechos, que prestar odos a relatos fabulosos.)
RODRIGO XIMNEZ DE RADA, De Rebus Hispaniae, IV, II
Putat rerum auctor id se tantum munus suscepisse, ut quantum possit, gentem illatevehat: non oculum ad veritatem adjicit, sed ad decus illius nationis stulti nonintelligunt hoc non esse historiam scribere, sed causam illius gentis agere, quod patroniest, non historici.
(Cree el autor que su principal obligacin consiste en exaltar cuanto pueda al pueblo que describe; no pone sus ojos en la verdad, sino en la reputacin de aquella nacin; los muy necios no entienden que eso no es escribir historia, sino defender la causa de ese pueblo, que es tarea de abogado, no de historiador.)
JUAN L. VIVES, De disciplinis, II, VI, 4
PRLOGO
El propsito de estas pginas es proporcionar una especie
de historia de la historia de Espaa; lo cual significa recorrer, a lo largo del tiempo, el surgimiento y la evolucin de las descripciones del pasado de ese territorio y ese conjunto humano al que hace referencia el vocablo Espaa. Pero esta declaracin genrica exige inevitablemente precisiones, para empezar porque ni Espaa ni historia son trminos
que tienen o han tenido a lo largo de los siglos un significado preciso y constante. Espaa o sus predecesores,
Hispania, Spania, Espanna se ha referido durante
milenios a la pennsula Ibrica en su conjunto, incluyendo por tanto a Portugal, y durante algunos siglos englob tambin los territorios ultramarinos que integraban la monarqua catlica
o hispnica; recurdese, sin ir ms lejos, la definicin de la nacin espaola que daba la Constitucin gaditana:
Reunin de todos los espaoles de ambos hemisferios.
En cuanto a la historia, tampoco puede decirse que haya
significado siempre una actividad dirigida hacia el
conocimiento de los hechos pretritos, apoyada en
documentos o datos contrastados y utilizando conceptos y razonamientos propios de las ciencias sociales. Como podr comprobar el lector a poco que se adentre en las primeras pginas de este libro, gran parte del material sobre el que trabajamos no es un saber sobre el pasado, en este sentido estricto, sino que son relatos, carentes de toda credibilidad, sobre hroes remotos o personajes divinizados, cuyo nico 8
objetivo era magnificar los orgenes del pueblo o la familia gobernante. No pertenecen, pues, al gnero histrico, sino al
de la literatura mtica.
Nadie debe creer que estos aspectos fantasiosos han
desaparecido por completo en la actualidad, porque han
mantenido buena parte de su vigor hasta tiempos muy
recientes, y ni siquiera han sido totalmente eliminados hoy, en libros que pasan por ser de historia, en especial los de inspiracin nacionalista. Los siglos XIX y XX, momento cenital de los nacionalismos europeos, coincidieron paradjicamente
con la profesionalizacin de la escritura de la historia. Los historiadores eran investigadores escrupulosos, queran
homologarse con los cientficos de las disciplinas empricas ms duras, se sentan miembros de una comunidad
acadmica internacional y eran, sin embargo, prisioneros inconscientes de los esquemas mentales de un patriotismo primario. Lo que implicaba tomar como sujeto y marco de su
narracin a un ente eterno y ahistrico nacin, pueblo, raza, cuya existencia se daba por supuesta desde tiempos muy remotos, cuando no desde el origen mismo de la
humanidad. Los historiadores eran, en definitiva, grandes sacerdotes de la nacin, como han puesto de manifiesto Ernest Gellner, Benedict Anderson o Eric Hobsbawm, por
mencionar solo a los ms conocidos de la multitud de
cientficos sociales que en las ltimas dcadas del siglo XX han revolucionado los estudios del fenmeno nacional. Todo ello
hace que, aun sintiendo el mximo respeto hacia su saber en
materias especficas, algunas de sus afirmaciones, y sobre todo sus interpretaciones globales, resultan para los historiadores crticos actuales ingenuas y, en ocasiones, incluso altamente agresivas algo que llama la atencin en sabios tan pacficos
en su vida privada.
Ante las dudas, por consiguiente, tanto sobre el concepto
Espaa como sobre la historia como objeto de este
trabajo, podramos plantearnos si este libro realmente pertenece al gnero que se suele catalogar como historia de
Espaa. Pero es que tambin podramos discutir si es una
metahistoria o historia de la historia. Aunque nuestro enfoque y nuestra metodologa sean los de los historiadores, nuestro objeto de estudio no es exactamente el contenido ni las tcnicas narrativas de los relatos sobre el pasado, sino ms bien la funcin que esos relatos cumplen al servicio de la construccin de una identidad colectiva (espaola o de
cualquier otra de las que, en el mismo territorio, han sido complementarias o alternativas a ella). Es algo bien sabido y
habitual en toda sociedad humana que las narraciones sobre
su pasado, ms que indagaciones guiadas por un mero inters
por el conocimiento de lo que ocurri, sean ante todo pilares
bsicos sobre los que se edifica la identidad colectiva.
Pertenecen, por tanto, al terreno de lo sagrado, de las leyendas fundacionales: versan sobre el nacimiento de la comunidad, los padres de la patria, sus hroes y mrtires, los valores perennes sobre los que se fundamenta la identidad colectiva, todo lo cual escapa a cualquier crtica
historiogrfica o meramente racional. No importa tanto, en realidad, conocer los acontecimientos pretritos como
predicar consignas de solidaridad grupal. Quien intente
poner en duda estos relatos heredados a la luz de nuevas evidencias o nuevas tcnicas interpretativas corre serios riesgos, por tanto, de ser acusado, pura y simplemente, de antipatriota. Nuestra materia, lo que vamos a estudiar en este libro, no es por tanto historia, en sentido estricto.
De qu trata, pues, el volumen que el lector tiene entre las
manos? Quiere ser, decimos, un ensayo sobre la evolucin de
la visin del pasado en relacin con este territorio y grupo humano conocidos hoy como espaoles. Una visin que
comenz, repitmoslo tambin, en el terreno legendario, con
referencias hoy inverosmiles a heroicos antepasados de las 10
tribus que habitaban la pennsula Ibrica. Estos relatos fueron engarzando poco a poco con hechos ms recientes, en los que
la imaginacin tena menor cabida, aunque sigui siendo primordial la preocupacin por vincular a los poderosos del momento con hroes pretritos ms o menos inventados.
En los siglos medievales se produjeron novedades. La
primera, con Isidoro de Sevilla, que redact una pionera historia colectiva, la del pueblo godo godo, hay que
subrayarlo, no espaol, que habra recibido Hispania como
premio a sus inigualables proezas blicas, una tierra descrita en trminos paradisacos. Y la segunda a finales del siglo IX, en la corte ovetense de Alfonso III, que hizo un primer esfuerzo, consciente sin duda, por elaborar unas crnicas histricas cuya obvia finalidad era la legitimacin de su poder, en este caso de la dinasta asturiana, presentndola vinculada a la sangre del linaje real godo; linaje, en realidad, inexistente, pues se trataba de una monarqua electiva, y en el trono se alternaban las distintas familias dominantes.
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