Eusebio Ferrer Hortet - Exigir para educar (Hacer Familia) (Spanish Edition)

Coleccin: Hacer Familia

Director de la coleccin: Fernando Corominas

Eusebio Ferrer Hortet, 1989

Ediciones Palabra, S.A., 2012

Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (Espaa)

Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39

www.palabra.es

Diseo de cubierta: Marta Tapias

Fotografa de portada: Archivo Hacer Familia

ISBN eBook: 978-84-9840-759-4

ePub: CrearLibrosDigitales

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Bucear en la educacin es tan complejo como profundo. Cuando los padres un padre o una madre deseamos asomarnos a l, nos encontramos perdidos. Lo ms corriente es que acabemos leyendo libros de especialistas, escritos para especialistas y, en su mayora, para hijos problema, algo que por fortuna no es el caso de los nuestros que, con sus virtudes y defectos propios de los seres humanos, son normales.

Adems, en el actual mundo donde la profesionalidad es imprescindible hacen falta tres doctorados por lo menos, para poder abrir la boca, los padres quedamos como marginados, porque a la hora de educar a nuestros hijos no poseemos ningn diploma que nos acredite para poder ejercer tal funcin.

Sera iluso y pretencioso pensar que este libro va a ser la solucin al problema. Lo nico que pretende es ofrecer una serie de posibilidades que, en el fondo, vienen a decir que no lo hacemos tan mal ni se precisan grandes doctorados para conseguir buenos resultados.

Los ejemplos y los casos que irn surgiendo a travs de las pginas no son fruto de la imaginacin, sino de la observacin cotidiana; responden a situaciones vividas. No se trata de que cuando se presente un problema similar deba actuarse de igual modo, sino que se pretende ofrecer una mayor gama de posibilidades a la hora de tomar una decisin o actuar en determinada forma. Tal vez la contraria, si es la que se cree oportuna en aquel momento. Viene a ser como aquel viejo chiste de las dos seoras inglesas que estn en un saln de t y el camarero les pregunta qu desean tomar. Yo dice la primera quiero un t con limn y plum-kake. Pues yo dice la otra lo mismo que mi amiga, pero en vez de t con limn, quiero caf con leche y en vez de plum-kake, pastel de manzana.

Este aire de reflexin, de revisin de puntos conocidos, le quita todo aire formal a estas pginas. No pretenden ser una leccin para nadie, sino la exposicin de unas actitudes y comportamientos que han dado su fruto y siguen dndolo, sin excluir cualquier otra posibilidad.

Por este motivo, y tambin por tratarse de un tema difcil de centrar en unas fronteras concretas y bien delimitadas, los captulos no pueden tratarse como compartimentos estancos, as en el que trata de la autoridad, por ejemplo, es posible que el lector incluyera prrafos que corresponden al de la exigencia o a la inversa. No debe olvidarse nunca que en esos temas los campos se solapan con facilidad: si hablamos de la verdad saldrn temas de libertad, y si pretendemos que la gente utilice debidamente la libertad, deberemos tocar el tema de la verdad. Es la complejidad que proviene de tratar con seres humanos, siempre originales e irrepetibles. Sera todo mucho ms fcil si se pudiera educar a base de seguir el horscopo y con programas de ordenadores.

Aqu no se trata de defender una tesis determinada, sino el ofrecer una serie de consideraciones que nos ayuden a potenciar mejor a los hijos para que sepan valerse por s mismos el da de maana, ya que este es el resumen de una buena educacin.

La educacin de los hijos comienza pronto, mucho ms temprano de lo que nos figuramos. Comienza cuando aquel chico y aquella chica se conocieron un da, cualquiera, o cuando se descubrieron, despus de ser compaeros durante aos, y comprendieron de pronto que cada cual era el hombre o la mujer apropiada para recorrer juntos el camino de la vida. Y la educacin termina cuando deja de latir el corazn de un padre o de una madre, porque esta cualidad ya no se pierde, mientras exista un hijo.

Educamos desde el momento de iniciar nuestras relaciones amorosas. En el noviazgo ya se est educando. Si el respeto mutuo, durante esta importante etapa de la vida de un matrimonio, no fue edificante, instintivamente, cuando estas personas deban desempear la tarea de ser padres, no exigirn este respeto tan necesario, cuando tres o cuatro lustros despus sus hijos comiencen a enamorarse. O si lo exigen, sin creer en l, lo harn de un modo tan postizo como ineficaz.

Y no se cita aqu este ejemplo al azar, como se hubiera podido elegir otro, sino porque es de vital importancia. El respeto mutuo y la fidelidad conyugal se traslucen inmediatamente en mil detalles concretos que harn de la educacin una labor de equipo, de complemento mutuo o una especie de guerra sin cuartel donde lo importante ser quedar vencedor aunque para ello los hijos deban ser las vctimas.

Nadie puede dar lo que no tiene y para educar es preciso cario, respeto, comprensin, autoridad, ayuda, consejo, sacrificio, sumisin y mil detalles ms que los matrimonios verdaderamente enamorados, viven sin darse cuenta y lo van esparciendo tambin sin darse cuenta, en cada uno de los rincones de su hogar, de su vida.

Tambin es cierto el refrn rectificar es de sabios y cualquier momento es bueno para iniciar el recto camino, ese nuevo sendero que creemos el ms adecuado.

Frente a nuestros hijos debemos actuar siempre como si fusemos transparentes, porque la verdad es que los hijos ven mucho ms profundamente de lo que creemos o de lo que desearamos. La educacin es un trabajo ininterrumpido en el que influyen, al mismo tiempo, mil detalles distintos, que se complementan entre s.

Es cierto que los hijos van transformndose da a da. No es lo mismo educar a un nio de tres aos, a uno de ocho o de catorce, como tampoco es igual educar a un nio de siete o a una nia de la misma edad o a Pedrito y a Juan a los diez aos.

Cada perodo de tiempo, cada sexo, cada persona tienen sus caractersticas peculiares y sus pormenores, aunque me atrevera a decir que el padre y la madre, estas diferencias ni las perciben, porque intuitivamente las resuelven, de igual modo que cuando conversan con un colega no dicen las mismas cosas que cuando estn en el caf con los amigos o celebrando una fiesta familiar. No tienen que hacer un anlisis sistemtico para resolver cada una de sus propias actuaciones.

La educacin no comienza a una edad determinada ni termina en una poca concreta. El padre y la madre no pueden sentarse tranquilamente al lado de una cuna esperando simplemente que el nio llegue a la edad de comenzar a ser educado. De ah la gran responsabilidad que exige esta tarea.

Desde la cuna el nio comienza a recibir el impacto del cario y del ambiente que le rodea. Los padres nerviosos, que hacen de cada bibern un drama, producirn en el hijo unos reflejos totalmente distintos de aquellos que tranquilamente mantienen un horario de comidas, bao, descanso, paseo.

No es que importe a veces cambiar las costumbres ni que eso produzca un trauma en el beb creerlo as, es darle otra clase distinta de educacin, pero es fcil deducir que la madre pusilnime que da de comer cuando el nio llora, ser tambin la que ms tarde no sabr privarle del capricho de viajar al extranjero con un grupo, aunque sepa que no es beneficioso para l.

El padre que debe cuidar su sueo como un boxeador sus msculos, y considera poco ms que ofensivo preparar un bibern por la noche, ms adelante sus importantes ocupaciones le impedirn escuchar pacientemente un sencillo problema que para el hijo resultar primordial o siendo capaz de descubrir por el cambio de tonalidad de la retina del cliente hasta qu punto est dispuesto a aceptar una rebaja del 3%, le pasarn por alto las lgrimas de su hija cuando con tono indiferente le diga que no puede asistir a la fiesta de fin de curso.