Pio Moa - Los Mitos de la Guerra civil (Historia Del Siglo Xx) (Spanish Edition)

Po Moa

................................................................ 13

PRIMERA PARTE

.............................................. 36

....................................... 63

................................. 78

................... 93

............................... 105

.... 118

. 133

............ 147

... 168

................................................................... 183

SEGUNDA PARTE

..... 199

......................................... 210

....... 223

.......................... 254

...... 293

.............. 309

............................................. 321

.................................. 343

............................ 354

............................................................... 369

.............................................. 410

................................................. 427

.................................................. 447

.................................................. 473

EPLOGO

................. 495

................ 513

APNDICES

......................... 545

............................................................ 563

................................................................... 575

................................................... 593

a guerra civil espaola, cuyo apasionamiento pervive, ha sido prdiga en mitos, sobre todo en su primer ao, cuando se definieron las fuerzas, posturas e ideales: el Alczar de Toledo, la defensa de Madrid, la persecucin religiosa, la matanza de Badajoz, las Brigadas Internacionales, y tantos ms. En los aqu seleccionados puede observarse cierta arbitrariedad. Por qu no dedicar captulos a Durruti, la batalla de Guadalajara, Andrs Nin, la batalla del Ebro, la muerte de Jos Antonio, las milicianas, Paracuellos, Belchite y a tantos otros sucesos o personajes que vienen enseguida a la cabeza? Porque el libro se alargara indefinidamente, pero sobre todo porque esos temas vienen contenidos en los aqu tratados. Por ejemplo, he resumido el terror de retaguardia en las matanzas de Badajoz y de la crcel Modelo de Madrid, con slo algunas lneas para la de Paracuellos y otras; o he preferido a Garca Oliver sobre Durruti, porque el primero pes ms en la guerra. Etc. No es sta una historia sistemtica de los episodios de aquel conflicto, sino un examen crtico de los sucesos y personajes ms destacados o mitificados por la historiografa o la propaganda.

Suelen denominarse mitos los relatos inspiradores de sentimientos y conductas religiosas o ticas, que tambin refuerzan la identidad comunitaria. Deben de responder a una necesidad psicolgica, porque incluso las ideologas antirreligiosas producen sus mitos, pinsese en el buen salvaje o el proletariado, con su cortejo de relatos ms o menos histricos o literarios, que fundan la adhesin a ellas. En nuestra poca, no muy religiosa, la publicidad y la propaganda crean sin tregua mitos, generalmente triviales. As son llamados figuras y sucesos variopintos del arte, el espectculo, la poltica, etc., por su capacidad para inspirar en la gente identificacin emocional e imitacin, erigindose en modelos de conducta o de sentimientos.

El lenguaje original del mito es simblico, se vale de personajes y hechos irreales o cuya realidad ha sido transformada, para los fines inspiradores indicados, de tipo religioso o tico. El simbolismo nace de la dificultad o imposibilidad de expresar en forma lgica tales fines, referidos, en resumen, al elusivo sentido de la vida. De esa irrealidad, en otros casos artificiosa, deriva una segunda acepcin de la palabra mito, la de simple fraude urdido ex profeso para motivar adhesin poltica. Un discurso del presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, animaba a los nacionalistas catalanes a crear mitos que inspiraran creencia fervorosa, y pona por modelo a los griegos actuales, en su opinin ajenos, tnicamente y en cualquier aspecto, a la Grecia clsica, pero que han llegado a creerse descendientes de ella y se lo han hecho creer a todo el mundo. De igual modo operan muchos de los mitos abordados aqu. Parte de ellos se desmontan con slo recurrir a la lgica, otros requieren ahondar en los datos y en los argumentos.

La fabricacin actual de mitos, sobre todo en el orden poltico e histrico, sufre, por suerte, una corrosin crtica o desmitificadora no menos incesante, que trata de iluminar la realidad bajo las fbulas. Pero, se pueden desmontar todos los mitos? Existen mitos consistentes, capaces de resistir la crtica? En mi opinin s, y no rara vez el afn desmitificadorjuega con cartas marcadas, o concluye en un banal y estril escepticismo, o refuerza otros mitos inconsistentes. En este libro, no ya expuesto a la cr tica sino acucioso de ella, encontrar tambin el lector ejemplos al respecto.

Reflejo de la mitificacin de la guerra civil es precisamente la dificultad para calificar a los contendientes. Se han usado los trminos frentepopulistas y nacionalistas, demcratas y fascistas, franquistas y rojos, rebeldes y leales, etc. Lo inadecuado de varios de ellos salta a la vista. Los sublevados en julio del 36 slo fueron rebeldes o facciosos durante unos meses, cuando carecan de estado y parecan abocados a la derrota. Pero desde octubre o noviembre ya constituan un poder beligerante slido, con cierto reconocimiento internacional, superando el estadio de la mera rebelda. Tampoco eran fascistas, aunque algunos de sus rasgos superficiales y una de sus fuerzas no la principal-, la Falange, pudieran asimilarse al fascismo.Y la palabra rojos, asumida con orgullo entonces por los as llamados, ha terminado por adquirir un matiz peyorativo, aparte de no identificar a los anarquistas, a los republicanos de izquierda o a los nacionalistas vascos.

Hoy predominan los trminos republicanos y nacionales (o nacionalistas). Pero, era republicano un bando integrado por varias de las fuerzas ms hostiles a la repblica desde su origen, como la CNT, o los comunistas, o el mismo PSOE a partir de 1934? La legalidad republicana, nadie lo discute, rod por tierra el 19 de julio de 1936, sustituida por una revolucin anrquica, y luego, en septiembre, por un gobierno bsicamente revolucionario. Titular republicanos a esos poderes carece de rigor. Al caer la repblica, en julio del 36, qued tambin maltrecho el Frente Popular, formado, como sabemos, por revolucionarios marxistas y republicanos de izquierda, stos en el gobierno; lo reconstituido en septiembre fue dicho frente, no la vieja repblica, y con un cambio esencial: los republicanos de izquierda pasaron a un tercer plano, y los marxistas al poder. El nuevo Frente Popular logr atraerse al PNV, y despus a la CNT, anarquista, y cabe hablar, por tanto, de un bando frentepopulista o, para abreviar populista, en sentido diferente del usado en la sociologa poltica.